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Bosch, la parábola del pan y un descenso que ojalá sea constructivo

LA CONTRACRÓNICA. El Betis, un club que siempre tendrá recursos, vuelve a Segunda por no invertir bien, cuantitativa y cualitativamente hablando. La tacañería se paga muy cara.

el 27 abr 2014 / 01:27 h.

Real Betis - Real Sociedad. / Foto: Kiko Hurtado Una pancarta de protesta en el Betis-Real Sociedad / Foto: Kiko Hurtado La anécdota es verídica e intrascendente. Su valor radica en su simbolismo. Ocurrió hace unas semanas en una panadería de Sevilla. Un cliente pidió a la tendera equis número de piezas de pan. La compra valía, pongamos, 78 céntimos. El hombre, se ve que sin suelto, abonó 80… y se quedó esperando los dos céntimos de la vuelta. Estaba en su legítimo derecho, no hay quien se lo niegue, pero eran dos céntimos. Esa persona que no perdonó tan minúscula cantidad era José Antonio Bosch. El Betis ha bajado a Segunda de una de las formas más ominosas, tristes y, sobre todo, predecibles de su historia. Dirán ustedes: pues haber apostado en el verano de 2013 a que un equipo que venía de acabar séptimo en la Liga iba a descender sin solución de continuidad. Quien lo hiciera se habrá vuelto un poco más rico que el hombre de la panadería, sin duda. Y lo malo es que quizá no se basó en una intuición carente de fundamento razonable, sino que se limitó a ver cómo afrontaban los dirigentes de Heliópolis la remodelación de una plantilla capitidisminuida a base de bien. La máxima fue la misma que en los exitosos años anteriores, acertar en la elección de los recambios con el menor coste posible, pero la obsesión con el ahorro tornó en tacañería y la tacañería tornó en una pérdida absoluta de calidad y competitividad. La diferencia entre ahorrar y tacañear equivale a un Betis de Segunda, para escarnio de sus responsables y tristeza de sus seguidores. Dentro de lo catastrófico, dañino e indigno que es un descenso, quien dirija el Betis debe intentar que este revés acabe siendo lo más constructivo posible. Hay que aprender de los errores y conjugar las limitaciones propias del convenio de acreedores con la ambición que siempre debe marcar el camino de una institución de esta envergadura social y deportiva. Es decir, renegar de la tacañería, sobre todo cuando está injustificada. El Betis, por crítica que sea su situación, siempre generará recursos suficientes para no escatimar dos céntimos, sin que eso signifique despilfarrar. Si a los béticos les dan a elegir entre seguir en Primera y tener un enorme videomarcador en el Gol Sur, seguro que no dudan.

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