Desde hace dos años la Ley Antibotellona multa con 300 euros al que beba alcohol en la calle. La llegada del calor y el final de los exámenes ha reverdecido en los últimos días antiguos focos de botellona, sobre todo en los márgenes del río. El rebrote lo protagonizan pequeños grupos de jóvenes.
Nada tiene que ver con aquellas concentraciones masivas de jóvenes consumiendo alcohol en la calle vividas antes de la aplicación de la ley en diciembre de 2006. El nuevo repunte de la botellona viene animado por el buen tiempo y tiene un cariz más íntimo.
Se trata de reuniones dispersas que vuelven a ocupar en los sitios de siempre: Alameda, Plaza de Armas, Bancada de la Expo, entorno de Plaza de Cuba, Los Remedios, La Florida, Avenida de Chile... Pero son los márgenes del río los que desde hace unos días se lleva la palma. Del Paseo Juan Carlos I hasta las naves del Barranco, pasando por la calle Betis y las inmediaciones de la Plaza de Cuba se pueblan de gente consumiendo alcohol hasta altas horas de la madrugada. La picaresca juvenil y la reducida concentración en estas zonas logra burlar, a ratos, la vigilancia policial.
Dos de la madrugada del viernes. En los bajos de las naves del Barranco, cerca del puente de Triana, varias reuniones se reparten el césped. En su mayoría son estudiantes que han terminado los exámenes. "Hoy [por el pasado jueves] he hecho el último, de Física. No me preguntes cómo me ha salido", explica Juan, de segundo de Informática. El trasiego de bolsas de hielo y botellas de alcohol es constante. "¿Quieres una copa?. Es nuestra forma de dar la bienvenida al verano. Aquí no molestamos a nadie", se justifican entre tragos.
Reconocen que por allí no hay problemas con la policía. "Si pasa, escondemos las botellas y nos ponemos a conversar", señalan. Un poco más arriba, en la calle Betis, Juan y Jesús se ponen un par de cubatas de su minibar, en el maletero del coche. "Estamos poniéndonos a tono para luego entrar en la discoteca Boss. Por lo que dentro nos cuesta una copa, fuera nos tomamos tres"., dicen mientras cierran el capo del vehículo. Y es que las luces azules de un patrullero asoman por la calle Betis, a la altura del Abades Triana.
El alcohol corre en paralelo al Guadalquivir. En los soportales de la Plaza de Cuba, Carrero Blanco y Gustavo Barcaza se dan cita tímidos grupos de jóvenes con camisas y pantalón de marca. Algunos son menores. "Mi madre no sabe que estoy aquí", apuntan.
En torno a las tres de la madrugada, la marcha se concentra en la avenida de Chile. Allí los maleteros de los coches dispensan todo tipo de bebida, mientras que las luces y la música de los vehículos improvisan una discoteca al aire libre. "Es la primera vez que venimos este verano. Esto se pone a tope", comentan un grupo de estudiantes de Turismo y Fisioterapia. Los vasos y demás residuos se concentran en el suelo. El mismo patrón se reproduce junto a la discoteca Boa, en Tablada. El toque de queda llega a las cuatro de la madrugada. La policía limpia los nuevos puntos de botellona.