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Cultura

Brillante exhibición de voz y temperamento

Teatro de la Maestranza Fecha: sábado 31 de octubre de 2009. Elina Garanca, mezzosoprano. Charles Spencer, piano. Programa: Mozart: Arias de "Las bodas de Fígaro" y "La clemencia de Tito", Adagio en Si menor. Schumann: Amor y vida de una mujer. Falla: Siete canciones populares. Saint-Saëns: Aria de Dalila, de "Sansón y Dalila". Bizet: Seguidilla y Habanera de "Carmen". Chapí: Romanza de "El barquillero", y Carceleras de "Las hijas de Zebedeo".

el 01 nov 2009 / 09:19 h.

Elina Garanca provocó gran entusiasmo.

Elina Garanca vino anoche a Sevilla a demostrar por qué es una de las más reputadas y solicitadas cantantes de ópera desde que comenzara este siglo. En realidad no hizo sino corroborar al aficionado hispalense lo que éste ya había admirado a través de sus grabaciones. Controla hasta tal extremo su voz de mezzosoprano lírica que consigue moverse entre registros ligeros, lo que quizás en un futuro no lejano le permita incorporar roles de soprano, como hiciera la mítica Maria Callas, y registros dramáticos, como demostró en su espléndida y emocionante recreación del aria de Dalila de Saint-Saëns, modulando su bellísima voz con dominio absoluto. Quién sabe si algún día la veremos también atreviéndose con Wagner.

Su excepcional actuación en la ciudad de Carmen, uno de los roles junto a Romeo y Cenerentola que más satisfacciones le están dando, desde que debutara con él en el Metropolitan hace dos años, nos ha permitido disfrutar de una diva en plena apoteosis de su éxito. Una voz extraordinaria por su timbre, su técnica y su flexibilidad, que pudimos disfrutar en el preciso momento en el que está triunfando en los mejores teatros del mundo.

Para la ocasión la mezzo tejió un programa ecléctico, orientado al ejercicio clásico y melancólico en su primera parte, donde entonó papeles que le han reportado una merecidísima fama, como Cherubino y Sexto, de Mozart; y desplegando todo un festival de registros y sentimientos en su recreación del ciclo de lieder de Schumann Frauenliebe und leben, toda una sorpresa para quienes sólo hemos podido celebrar hasta el momento sus habilidades en la ópera. Especialmente sensible, delicada y emotiva se mostró en Du Ring an meinem Finger, muy bien acompañada al piano por el veterano Charles Spencer, más centrado en el fraseo y la reflexión que en la precisión técnica, como demostró en un contenido Adagio en Si menor de Mozart.

En la segunda parte desplegó un alegre festival entre el españolismo y el melodismo galo. Su interés por la música española no le viene de un esposo llanito sino de una madre apasionada de nuestra cultura, lo que ha erigido a la mezzo en embajadora de la zarzuela fuera de España. Agudos ensordecedores, elegante exhibición de coloratura y una perfecta dicción se adueñaron de la función, apoyándose en una imponente presencia escénica con un punto justo y equilibrado de temperamento. El público respondió entusiasmado.

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