Cofradías

Brillante y puntual Lunes Santo

Las nueve cofradías del día cumplieron felizmente sus estaciones pese a una inapreciable llovizna. El cumplimiento de los horarios fue una máxima para todas las corporaciones

el 14 abr 2014 / 22:34 h.

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LUNES SANTO 2014 La Virgen de Guadalupe, en la capilla del Rosario, antes de iniciar la estación de penitencia. Foto: Carlos Hernández Segundo pleno consecutivo del Lunes Santo. Oro molido en las negras estadísticas del último lustro. Ni el riesgo de llovizna matinal, cifrado en un 20% hasta las 15.00 horas, ni las cuatro gotas que cayeron en el Centro pasadas las cinco de la tarde, mientras el sol picaba de lo lindo (hasta 27 grados marcó el mercurio), fueron obstáculo para que Sevilla viviera ayer un esplendoroso y brillante Lunes Santo en el que todas las cofradías cumplieron felizmente sus estaciones de penitencia. Los primeros nazarenos de la jornada se asomaban en el Polígono de San Pablo a la par que una ligera llovizna caía de forma dispersa sobre la ciudad. En un barrio severamente castigado por la crisis, el cortejo de la más joven de las corporaciones del día sigue estirándose. De los cerca de 500 pioneros que llegaron a la Campana en 2008, año de su bautizo procesional en la nómina, la cofradía trinitaria ha pasado a poner en la calle un contingente de 850 nazarenos. Es su séptima estación de penitencia a la Catedral y la cuarta que logra coronarla con éxito. El altavoz que supone la presencia del misterio del Cautivo y Rescatado en el palquillo es aprovechada por su capataz para desmentir que ningún costalero se hubiera lesionado en el paso de Virgen como consecuencia de una fallida levantá que se produjo poco después de la salida junto al Polideportivo de Sevilla. Personalísimas las ocho velas rizadas de la primera tanda de la candelería del palio de la Virgen de ojos verdes, con cuentas del rosario prendidas a las flores de cera. En la Campana suena Aniversario Macareno, en homenaje al año jubilar que vive su hermandad madrina. Aunque si de crecimiento exponencial de su cuerpo de nazarenos hablamos, la palma se la lleva la cofradía de la Redención. Algunos lo llaman el milagro del olivo. Cuán lejana queda ya esa cofradía de poco más de 500 nazarenos. En poco más de una década, el cortejo de la calle Santiago va camino de triplicar sus cifras. Ayer fueron 1.200 los nazarenos que nutrieron sus filas. Suena Puente de San Bernardo para la aproximación a la Campana del misterio del Beso de Judas en un guiño al desaparecido director de la agrupación Santa María Magdalena de Arahal, Manuel Rodríguez Ruiz. El apóstol traidor viste este año su antigua túnica marrón. Un pañuelo de Gracia y Esperanza de San Roque -cofradía acogida esta Semana Santa en la iglesia de Santiago- trae en su mano la Virgen del Rocío, que se pasea por la Campana a los sones de Macarena de Cebrián y de Virgen de la Paz, de Pedro Morales, en homenaje musical a las dos hermandades que celebran este año sonadas efemérides. La más rociera de las cofradías sevillanas homenajeó el bicentenario del Rocío de Triana exornando su palio con las flores de la Salve trianera: “Eres mata de romero/ lirio marismeño/ ramo de jazmín/ azucena de Triana/ tallo de albahaca/ rosa y alhelí”. Santa Genoveva ha adelantado este año media hora su entrada. Y no obstante, el título que luce la pañoleta de su caseta en la Feria de Abril, Los de las 12 horas del Lunes Santo, se les ha quedado antiguo. La del Tiro de Línea, pese a su lozanía, se ha convertido en una de esas cofradías imprescindibles de la Semana Santa. Por su indiscutible sabor a barrio, por ese río de nazarenos albinegros de correa mercedaria, por la conmovedora escena del Abandono de los discípulos, por los pies descalzos de las promesas de las mujeres del Tiro, por esas voces de mando antiguas de los Villanueva, por los andares, siempre de frente, de sus dos pasos, por su personalísimo paso de palio y desde este año, por ese secreto desvelado de un Cristo Cautivo que aloja en su pecho sus antiguos pies para que no se pierdan los besos de sus devotos. Foto: José Luis Montero El Santísimo Cristo de la Caridad de Santa Marta volvió a dejar sin aliento a los sevillanos que lo esperaban un año más en la calle. Foto: José Luis Montero Tañen a duelo las campanas de San Andrés para acentuar el dramatismo de una de las salidas más sobrecogedoras de la Semana Santa. Once tramos de luz preceden al misterio del Traslado al Sepulcro. Y tras su estela dorada, cuatro tramos de cruces. Es la primera estación de penitencia de la cofradía tras su reciente hermanamiento con la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, el sancta sanctorum de la cristiandad. Tiembla la diadema de la santa. Avanza el misterio de Ortega Bru entre densas vaharadas de incienso. Costaleros asalariados. Andar largo y racheao. Santa Marta. San Gonzalo sigue abarrotando los balcones allí por donde pasa. La llegada a la Campana de la cofradía más numerosa de Triana coincide siempre con el punto más álgido de expectación. El Soberano Poder se envuelve entre los bordados de la túnica que estrenó en 2011 con ocasión de su participación en el Viacrucis de las Cofradías. A los sones de marchas como Requiem o Costalero del Soberano, el misterio del Barrio León, más comedido en sus movimientos, completa una Campana sin demasiadas florituras ni coreografías costaleriles. En la Campana fue despedido con aplausos, no así en la Punta del Diamante, donde la celeridad de su tránsito recibió signos de desaprobación entre el público allí congregado. ¿Se avecina debate después de la Semana Santa? Primoroso y elegante el andar del palio de la Virgen de la Salud, más rejuvenecida tras la intervención de Pedro Manzano. Mientras sale la Cruz de Guía de Vera-Cruz, la del lema de “Toma tu cruz y sígueme” en sus travesaños, en la capilla del Dulce Nombre de Jesús volvieron a resonar ayer los únicos versos que el hermano mayor de esta seráfica corporación, Francisco Berjano, incluyó en su pregón. “(...) En tu cruz contigo quiero estar/ tomarla y seguirte hasta morir/ que no otra cosa es vivir/ ni a la Vera-Cruz amar”.  Más de una treintena de representaciones de la Confraternidad de la Vera-Cruz de toda España -la más lejana de Bilbao- siguen la estela del Crucificado más antiguo de la Semana Santa. Con un tocado muy despejado, que parecía tallado para enmarcar la naturalidad de su rostro, la Virgen de las Tristezas y, en conjunto, todo su paso, adornado por rosas champán, parecía extraído de un grabado dieciochesco. No cabe mayor hermosura, no cabe mayor sencillez. Y de nuevo en San Vicente volvió a sonar ayer la saeta del Niño Espera para recibir la salida de la Cruz de Guía de Las Penas. Antonio Santiago cumple 25 Lunes Santos de capataz en una cofradía que ayer ensayó un nuevo itinerario de vuelta por Sagasta y Tetuán al objeto de acortar su tiempo de estancia en la calle. Viste el Señor de las Penas la túnica bordada burdeos con la que salió por vez primera el año pasado. En la Campana los sones de Jesús de las Penas tras el palio de la Virgen de los Dolores se entremezclan en la lejanía con la trompetería que acompaña al misterio de Las Aguas, cuyos nazarenos se comprimen en apenas 50 metros. Pero sin duda, uno de los momentos singulares de la noche del Lunes Santo fue el Salve Madre (que no saeta) que Joana Jiménez entonó desde un balcón de la Campana a la Virgen de Guadalupe mientras el palio avanzaba en silencio. El resultado, poco efectista. El Lunes Santo comienza a echar el telón. La Cruz de Guía del Museo se adentra en la Campana con un retraso casi inapreciable. El Cristo de la Expiración, 35 días después, vuelve a cruzar la Campana camino de la Catedral. La Virgen de las Aguas se enseñorea a los sones de Cristo del Desamparo y Abadono, en homenaje a los 25 años del Cerro. Sin retrasos. Pese a tratarse de un día con nueve cofradías y algunas de ellas (La Redención, Santa Genoveva y San Gonzalo) con mas de 1.000 nazarenos entre sus filas, el Lunes Santo acabó ayer, por vez primera en muchos años, sin retrasos apreciables en la Carrera Oficial. El firme compromiso adquirido por las hermandades del día para cumplir escuprulosamente los horarios y ajustarse a sus tiempos de paso hizo posible lo que, año tras año, parecía una mera entelequia. Los nazarenos del Polígono solicitaron la venia cinco minutos antes de la hora oficial. El andar presuroso de algunos misterios en la Campana contribuyó sin duda a que la hermandad del Museo pudiera, después de mucho tiempo, pedir la venia con sólo cinco minutos de demora sobre el horario oficial. Se avecina un largo debate tras la Semana Santa.  

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