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Brown gana la primera batalla laborista gracias a la crisis

El jefe del Gobierno británico, Gordon Brown, ha podido resistir el primer asalto de quienes buscan su sustitución al frente del Partido Laborista. Y ello, gracias a la ayuda inesperada de la crisis, que le permite aparecer como el político con más experiencia para llevar la nave por aguas tan procelosas.

el 15 sep 2009 / 12:11 h.

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El jefe del Gobierno británico, Gordon Brown, ha podido resistir el primer asalto de quienes buscan su sustitución al frente del Partido Laborista. Y ello, gracias a la ayuda inesperada de la actual crisis, que le permite aparecer de pronto como el político con más experiencia para llevar la nave por aguas tan procelosas.

Brown, que no se caracteriza precisamente por la modestia cuando se trata de hacer exhibición de sus credenciales económicas, se presentó una vez más como el hombre que necesita el país en este momento. Preguntado por la BBC sobre si los miembros de su Gobierno le apoyaban, Brown respondió sin dudar: "Creo que tenemos un gobierno muy unido. Y creo también que la gente en el Partido Laborista quiere que el gobierno actúe unido para hacer frente a los problemas económicos a los que nos enfrentamos".

Pese a los amagos de rebelión protagonizados por algunas figuras menores del partido en los días previos al congreso laborista que se celebra en Manchester, nadie piensa ya que, en las circunstancias actuales, Brown tenga que temer una revuelta abierta.

Los diputados disidentes, entre ellos algunas mujeres, que reclamaron la convocatoria de una elección interna al liderazgo laborista en este congreso, no consiguieron la masa crítica necesaria. Según los observadores, ello se debió a que estaban desorganizados, carecían de una estrategia coherente y sobre todo a que les faltaba un líder.

Brown y sus más fieles no se cansan de insistir en que los ciudadanos no los perdonarían si los viesen pelearse entre ellos en lugar de aunar esfuerzos para paliar los efectos de la crisis. Y el primer ministro no ha parado de elogiarse por sus últimas decisiones económicas -haber facilitado la adquisición del Halifax Bank of Scotland por el Lloyds TSB, evitando así un nuevo colapso bancario y haber prohibido las ventas al descubierto de acciones- y ha prometido además poner freno a los excesos de la City.

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