El primer ministro británico, Gordon Brown, ha confesado sentirse "dolido" por los ataques de los diputados laboristas que cuestionan su liderazgo, y asegura, tras subrayar que no tiene apego al poder, que no lamentaría irse "mañana mismo" de Downing Street.
En una entrevista publicada ayer por el diario británico The Guardian, Gordon Brown se sincera y no duda en reconocer que la reciente crisis de su Gobierno, en la que parlamentarios laboristas rebeldes intentaron forzar su dimisión, fue el peor momento de su vida política. Pese a la reticencia a satisfacer los deseos de sus detractores, el líder laborista revela que no le ata el poder: "Para ser honesto -resalta-, podría abandonar todo esto mañana".
"No estoy interesado en lo que acompaña al poder. No me preocuparía si nunca regresara a lugares como Downing Street o Chequers (residencias oficial y campestre del Primer Ministro británico)", dice Brown, en una entrevista concedida tras la rebelión en su partido y el descalabro del Laborismo en las recientes elecciones locales y europeas (su partido sólo recabó el 15,3% de los apoyos en los comicios europeos). "Eso -insiste- no me preocuparía en absoluto. Y probablemente sería bueno para mis hijos".
En caso de marcharse de su residencia oficial del 10 de Downing Street, el líder laborista deja entrever que podría dedicarse a la enseñanza, una actividad que describe como una "gran profesión".
Además, Brown reconoce que tiene dificultades a la hora de proyectar su imagen y expresar sus mensajes en público: "No soy tan buen presentador de información o comunicador como me gustaría", asegura en la entrevista al periódico inglés.
Con todo, el "premier" británico cree que el Partido Laborista aún puede ganar las próximas elecciones generales, previstas para junio de 2010 como muy tarde, bajo su liderazgo.
El primer ministro basa esa convicción en su esperanza de que, en los próximos meses, empezarán a dar frutos las medidas adoptadas para afrontar la recesión económica y la crisis del sonado escándalo del abuso del gasto parlamentario. "La gente sabe que se han tomado decisiones para intentar atajar la crisis económica, pero todavía no ha visto los resultados", lamenta. Reconoce que aún tardarán un tiempo en verse los efectos de estas políticas anticrisis pero confía en que sea antes de las elecciones británicas.
Además, se muestra confiado también en su triunfo porque los tories ya han admitido que si llegan al poder harán importantes recortes en el gasto público.
Asimismo, en la entrevista reconoce por primera vez que desearía haber establecido una mayor regulación sobre el sistema bancario pero señala que no quería que los bancos británicos se quedarán fuera del mercado principal. Sin embargo, todos los sondeos de intención de voto vaticinan, de momento, que el próximo inquilino del 10 de Downing Street podría ser el líder del opositor Partido Conservador, David Cameron.
El actual Gordon Brown ha sufrido diversos varapalos que lo han debilitado en los últimos días. Dos personas muy cercanas al primer ministro y que gozaban de su absoluta confianza presentaron su dimisión, la secretaria de Comunidades, Hazel Blears, y la ministra de Interior, Jacqui Smith, gestos que fueron interpretados en algunos sectores como intentos de debilitar a Brown desestabilizando su gobierno.
Mientras, un grupo de diputados laboristas rebeldes recoge firmas para solicitar su dimisión.