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Buen fin de semana... para no dormir

A no ser que su cama esté pegada al aire acondicionado o viva en el interior de un iglú, cosa harto improbable en Sevilla, estará sin duda condenado a no pegar ojo en todo el fin de semana. O mejor dicho, los próximos siete días. La culpa es del calor, claro, que lejos de dar una tregua esta vez va a atacar donde más duele a los sevillanos: en las horas de sueño.

el 05 ago 2010 / 18:29 h.

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Las temperaturas mínimas, es decir, las registradas durante la noche, estarán por encima de los 24 grados no sólo este fin de semana, sino al menos hasta el próximo miércoles, según precisa la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Eso supone estar por encima del límite del umbral de sueño, que los expertos fijan en 22 grados. A partir de ahí, muchas personas suelen tener serias dificultades para conciliar el sueño. El peor trago, y en el que más de uno corre riesgo de quedarse en vela, será la madrugada del domingo al lunes, donde el termómetro marcará, como mínimo, los 25 grados.


Aunque los ojos están puestos en las noches, eso no significa que de día, a eso de las cuatro de la tarde, llegue el fresquito por sorpresa. El mercurio no dará tregua alguna y, según Aemet, rozará los 40 grados al menos durante los próximos siete días, a imagen y semejanza de lo que ha estado ocurriendo en julio. Tanto es así que las provincias del valle del Guadalquivir, entre ellas Sevilla, han recuperado, tras sólo un par días de calma, la alerta amarilla por altas temperaturas, algo que le acompaña todo el verano.

Aunque Sevilla está acostumbrada a convivir con el calor a golpe de abanico, de cerveza fría y, como no, de aire acondicionado, hacía mucho tiempo que no persistía tanto. Una muestra de esa capacidad de aguante de los sevillanos fue julio, que según la Aemet registró la media de temperatura más alta desde 1951, con una media de 30,3 grados. Y sólo es el récord de los últimos 59 años porque anteriormente no se recogían este tipo de estadísticas. Esa subida con respecto a años anteriores se debió, como está pasando en agosto, a las elevadas temperaturas mínimas, donde ya hubo días en los que fue difícil echar, al menos, una cabezadita.

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