Los buenos libros no cuelgan de las ramas de los árboles, y tampoco se despiertan junto a nuestros zapatos: no siempre el calendario marca enero. Exigen que el lector se desplace a una biblioteca y recorra los ficheros, las estanterías; que juegue ?en una librería? a desplazar las montañas de novedades, y desbrozar qué sí, qué no. Yo me mantengo fiel a algunos críticos literarios: porque me creo sus recomendaciones, o porque sé que algo que satisfaga a X a mí me horrorizará. Y confío en mis amigos, por supuesto, y hago mío su criterio lector: porque quien tiene un amigo con buen gusto ahorra tiempo y dinero.
Y cada vez más sé que un libro publicado por una editorial determinada sólo puede enloquecerme. Me fío de Impedimenta, de Nórdica, de Periférica; de sellos todavía más minúsculos, como El Gaviero, Eclipsados o Xordica. Ojo: la pequeña estructura no es una garantía, y si se han convencido de lo contrario, prueben a echar un vistazo a según qué editoriales amparadas bajo ese paraguas, y que parecen renegar de las simpáticas funciones del corrector o el traductor, zambulléndose en la ilegibilidad. Continúo: tampoco pierdo de vista según qué títulos avalados por un nombre propio, un editor sin sillón con marca, pero con buena vista.
Pienso en Ana S. Pareja, hasta el año pasado en Melusina, ahora en Alpha Decay. Culpas de Ana en su anterior sello: esa rareza entre el escándalo y la emoción que fue Sexografías, de Gabriela Wiener, o el bombazo generacional Odio Barcelona, o la lectura obligatoria de Porno para mujeres, el ensayo de Erika Lust que enseña ?y de qué forma? deleitando. En cuanto a Alpha Decay, que hoy dirige junto a Enric Cucurella, han publicado un Perec, descubrirán en España ?por fin? a Valter Hugo Mãe, y en septiembre refuerzan su colección Alpha Mini con dos lujos: el debut como escritor de Antonio Luque, Sr. Chinarro en lo musical, y unas tapitas narrativas a cargo de Mercedes Cebrián. ¿El precio de estos últimos? Cinco euros. Si les sobran, ya saben.
