Bélgica empieza a buscar a la desesperada la salida a una crisis política sin precedentes por la incapacidad de formar Gobierno y que podría pasar por una concentración de democristianos, liberales y socialistas, al margen de los pequeños partidos flamencos y francófonos que entorpecen los acuerdos.
Es una de las posibilidades destacadas por los analistas, un día después de la dimisión como "formador" de Gobierno del candidato más votado en las elecciones de junio pasado, el democristiano flamenco Yves Leterme, quien se ha mostrado impotente a la hora de poner de acuerdo a las dos grandes comunidades lingüísticas para constituir un Ejecutivo federal.
Mientras los principales líderes políticos y la Casa Real belga guardan silencio, los medios de comunicación nacionales coinciden en que Alberto II de Bélgica deberá tomar la iniciativa esta semana para llamar a un nuevo "formador", tras haber aceptado la renuncia de Leterme.
El monarca se reunió con el primer ministro en funciones, el liberal Guy Verhofstadt, que lleva 175 días dirigiendo de forma discreta los asuntos corrientes y los trabajos gubernamentales más básicos.
Una de las opciones barajadas es que se encargue la complicada tarea de formar un Ejecutivo federal al líder de la segunda fuerza más votada en los comicios del 10 de junio, el liberal francófono Didier Reynders.