El escritor José Manuel Caballero Bonald dialoga con los personajes «nebulosos y enigmáticos» del pintor canario José Luis Fajardo en Anatomía poética, un libro que oscila entre la parodia, la ironía y la crítica y en el que no oculta su indignación ante lo que ocurre a su alrededor. «Me indigna sobre todo la hipocresía, el cinismo generalizado, la inmoralidad de los manejos financieros, los abusos de poder, las mentiras sistemáticas», afirma el escritor gaditano en una entrevista con Efe, en la que habla de este precioso libro que funde en sus páginas poesía y pintura. Anatomía poética es la obra con la que se estrena la editorial Círculo de Tiza, dirigida por Eva Serrano, y es fruto de la larga amistad que une a Caballero Bonald (Jerez, Cádiz, 1926) y a Fajardo (La Laguna, Tenerife, 1941) desde hace más de cuarenta años. Y es fruto, además, de la «necesidad impulsiva de escribir poesía» que siente desde hace un tiempo el autor de Las adivinaciones, que el 11 de noviembre cumple 88 años. Un «vigor raro», asegura, que lo ha llevado a publicar obras como Manual de infractores, La noche no tiene paredes o Entreguerras, y a tener casi terminado su nuevo poemario, Desaprendizajes, que aparecerá en marzo de 2015. La pintura de Fajardo, sugerente y evocadora, «le va bien a la manera de escribir» de Caballero Bonald, y esa «actitud cómplice» ya dio un primer fruto en 1986, en el libro Los personajes de Fajardo, donde el poeta gaditano reflexionaba «libremente» sobre lo que le inspiraba la obra del artista. Con prólogo de Juan Cruz, Anatomía poética contiene ocho textos de aquel libro, más «unos cuarenta de nuevo cuño» que el autor de Descrédito del héroe ha escrito en los últimos meses. En ellos dialoga con la obra de Fajardo, pero sin que haya «una correspondencia sistemática entre pintura y literatura», sino más bien «una suerte de preguntas complementarias». «Son dos parcelas artísticas que coinciden en algunas de sus búsquedas», aclara Caballero Bonald, que considera sus textos «poemas», aunque aparezcan «dispuestos tipográficamente como si fueran prosa». «Son poemas. Pienso que la modulación del lenguaje, su voluntad imaginativa, tienen un carácter eminentemente poético», apostilla. La palabra «anatomía» del título es un término «muy apropiado» para referirse «a la disección de determinados aspectos de la sociedad que también ha interpretado a su manera Fajardo», un hombre «culto e inteligente», cuya pintura refleja «un cierto sentido crítico frente a una sociedad en crisis», añade. En estos poemas hay «muchas secuencias emparentadas con la crítica moral, con la crítica de la sociedad y de la cultura actuales». «Y luego están los aspectos paródicos, irónicos, o de toma de posición contra los sumisos, los hipócritas, los gregarios», afirma el narrador y poeta, que también critica en su libro a los fanáticos y dogmáticos, a los impostores. Y lo hace en diálogo con esos rostros sin boca, de mirada huidiza, de los cuadros de Fajardo. En algún poema, alude a «las huellas del franquismo», que, afirma, «resurgen frecuentemente en ciertos sectores de la sociedad, porque no se produjo en su momento una ruptura radical con la herencia franquista». También le indignan los constantes casos de corrupción que se descubren en España y le preocupa la evolución de la política española. «Habría que empezar por plantearse en serio todo eso de la regeneración moral del país. Todo el mundo parece admitir que eso es así, pero nadie aporta soluciones serias, drásticas. Eso es algo que hay que inculcar desde el parvulario», subraya.