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Caballero sacó cabeza pero los tres novilleros sudaron fuerte la camiseta

La sincera voluntad de la terna encontró muy pocas opciones de triunfo en los utreros de Victoriano del Río.

el 13 sep 2012 / 21:45 h.

Gonzalo Caballero firmó los momentos más interesantes de un festejo en el que falló el factor ganado.
PLAZA DE LA REAL MAESTRANZA
Ganado: Se lidiaron cinco novillos de Victoriano del Río, muy desigualmente presentados. Primero y segundo resultaron deslucidos; sos el tercero; peligroso e incierto el cuarto y muy descompuesto el quinto. El sexto fue un sobrero del Conde de la Maza, de más a menos.
Novilleros:
Gómez del Pilar, de azul pavo y oro, silencio y ovación.Rafael Cerro, de azul de Prusia y oro, silencio y silencio tras aviso. Gonzalo Caballero, de blanco y plata, ovación en ambos.
Incidencias: La plaza registró un cuarto de entrada en noche agradable. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Ramón Soto Vargas, muerto en este ruedo hace veinte años. Bien Curro Robles con los palos.

 

El cartel, a priori, no estaba exento de alicientes: tres coletas bisoñas en trance de lanzamiento que han sudado la camiseta del escalafón menor en este año de estrecheces. Gómez del Pilar, herido en este mismo ruedo en primavera, fue el encargado de despachar el primer ejemplar del envío de Victoriano del Río, un novillo grandón y feote que se paró antes de tiempo y llegó a la muleta manseando y distrayéndose. El madrileño anduvo por encima, asentado y haciendo bien las cosas aunque la espada funcionó mal.

Con el cuarto volvió a marcharse a la puerta de chiqueros y esta vez tuvo que pasarse por delante un pavo con toda la barba al que toreó de capote con templanza. Se lo dejó crudo en el caballo pero el bicho ya cantó en banderillas su mal estilo y a Gómez del Pilar, que comenzó su faena de rodillas estando a punto de ser cogido, sólo le quedó arrimarse sin cuento. El toro, desigual y descompuesto, también guardaba un peligro sordo y escasas opciones de lucimiento.

Rafael Cerro, que ha echado cara y hechuras de hombre, también puso todo de su parte con el segundo ejemplar, otro novillo deslucido que embistió a pasitos y quedándose corto. La faena, todo voluntad, pecó de larga. Al quinto le enjaretó un mazo de buenas verónicas y un trasteo sinceramente entregado, de más a menos, que se acabó diluyendo en el mal estilo del bicho, al que sí arrancó un puñado de limpios muletazos y un arrimón final.

Una inquietante casualidad había situado en sexto lugar un ejemplar del Conde de la Maza para remendar el envío de Victoriano del Río. Y es que ayer mismo se cumplían dos décadas de la muerte del banderillero camero Ramón Soto Vargas, corneado por el novillo Avioncito, marcado con el hierro condal. Pero no había que buscar sortilegios siniestros en lo que sólo era una casualidad que se recordó con un sentido minuto de silencio. El del conde, a la postre, tuvo que ser sustituido por otro del mismo hierro al partise un pitón el titular. Curro Robles lo cuajó con los palos y Caballero le enjaretó una faena intensa y variada que se diluyó en parte al final. El madrileño había lidiado antes un novillo paletón al que recibió genuflexo con el capote. Un cartucho cambiado sirvió para iniciar una faena en la que no faltó la entrega y la compostura en intensidad creciente. Hubo muletazos sueltos de bella factura, especialmente los naturales dictados a pies juntos, muy de uno en uno, que tuvieron que pechar con el mal estilo y la informalidad de un utrero que no llegó a entregarse de verdad.

Con estos mimbres y los pasados, la empresa tiene que hacer el canasto de la novillada de triunfadores que abrirá la feria de San Miguel. Hasta entonces.

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