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Cabeza deja el Alcázar cargando contra Galindo y el Ayuntamiento

La que sigue es la crónica de una dimisión anunciada, la de José María Cabeza, director del Alcázar hasta el pasado verano y, desde entonces, adjunto del nuevo director. Silente hasta ahora, abre la caja de los truenos: "El Alcázar es un importante recurso y no un botín como algunos pretenden".

el 15 sep 2009 / 17:51 h.

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La que sigue es la crónica de una dimisión anunciada, la de José María Cabeza, director del Alcázar hasta el pasado verano y, desde entonces, adjunto del nuevo director. Silente hasta ahora, abre la caja de los truenos: "El Alcázar es un importante recurso y no un botín como algunos pretenden".

La trayectoria de José María Cabeza Méndez al frente del Real Alcázar y, desde 2005, de la conservación de la Casa Consistorial, ha tocado a su fin tras 18 años de servicio. He aquí el hecho objetivo e incontestable, que acontece a raíz de que Cabeza ha presentado su renuncia a seguir colaborando con el nuevo director del monumento, Antonio Balón, e incluso a su puesto de funcionario municipal, situación en la que quedó tras su dimisión al frente del palacio el pasado mayo.

Cabeza, que muy probablemente siga enrolado en los menesteres patrimoniales pero desde la empresa privada, hizo ayer oficial su despedida en un comunicado en el que, y esto es nuevo, rompió su habitual silencio -otra cosa es que no insinuase que hubiera problemas o que estuviese a disgusto en los últimos años- para despacharse alto y claro contra los culpables de su marcha: el alcaide, Antonio Rodríguez Galindo, y la Junta de Gobierno del Ayuntamiento.

Los encontronazos que ha tenido con Galindo han sido frecuentes, sólo que no se han aireado por ambas partes. Preguntado por éstos, Cabeza siempre ha mantenido su lealtad para con la dirección política impuesta por Monteseirín; pero ahora, rota esa disciplina, acusa al alcaide de "confundir lo público con lo privado, de no respetar las normas de uso ni las ordenanzas fiscales, de invadir las competencias del director, etcétera". "Todo ello hizo -aclara ahora- que considerara que mi etapa profesional en el Alcázar había llegado a su fin".

La segunda acusación alcanza a la Junta de Gobierno, a la que le achaca que haya dado marcha atrás en las condiciones que -asegura- pactó con el alcalde para quedarse "al frente de la conservación técnica" en el Alcázar y la Casa Consistorial.

Pero resulta que, y esto ha sido un despropósito, los servicios jurídicos del Consistorio han tenido, tres meses después, que revocar ese estatus sencillamente porque vulneraba los estatutos por los que se rige el palacio. Esa revocación no ha sido gratuita: los citados estatutos no reconocen más figura que la del director, cuya principal encomienda es la conservación del conjunto. Por tanto, no puede haber un director por un lado -cargo que ostenta ahora Antonio Balón, arquitecto de profesión y sobradamente preparado para velar por Alcázar y Casa Consistorial- y un conservador (Cabeza) por otro. Esto mismo -se llegó a reconocer que ha habido un "error material" o administrativo de bulto- se le explicó hace un par de semanas a Cabeza, que pareció entenderlo a resultas de lo que cuentan quienes estuvieron en esa cita.

Sin embargo, en su comunicado su lectura de lo sucedido es diferente: "A mis espaldas y con carácter urgente redujeron sustancialmente mis competencias (...), lo que me ha obligado a renunciar también a mi puesto de funcionario municipal de carrera porque un Ayuntamiento con una Junta de Gobierno que realiza maniobras como ésa no merece mis servicios profesionales".

La reacción municipal no se ha hecho esperar. Su portavoz, Maribel Montaño, manifestaba ayer "su sorpresa por estas críticas" y enfatizaba el esfuerzo por parte de Galindo y el alcalde por mantener a Cabeza vinculado al Alcázar pese a haber dimitido, lo que es cierto. Otra cosa es que, como se ha explicado, hubiese margen de maniobra para que, como Cabeza lo ha intepretado, fuese él quien llevase todos los asuntos patrimoniales, relegando al director del palacio, Antonio Balón, a las labores de representación, dirección de personal y a una mera supervisión de lo que determinase Cabeza. Y no, no está sólo para esto.

Con respecto a sus aceradas críticas, la portavoz municipal insta al ex director a que presente argumentos o pruebas que confirmen que Galindo no respeta las normas del conjunto ni las ordenanzas fiscales.

Igualmente, no sienta bien que Cabeza se escude en que el Alcázar tiene 7,6 millones de euros de fondos reservados (cifra aquilatada desde 1996 por si algún día llegan las vacas flacas) para insinuar que se está utilizando "como un botín", dando a entender que Galindo -y esto es cierto, lo que hay es que analizar es si es positivo o no- está explotando tanto las posibilidades del lugar a base de conciertos, conferencias y exposiciones -unos más acertados que otros, todo hay que decirlo- que estaría de algún modo prostituyendo el valor del monumento. Galindo, por su parte, ha hecho bandera de ese aperturismo.

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