Hace casi 90 años, tras la Revolución rusa, unos cuantos idealistas formaron el Partido Comunista que convocó su primer mitin en el Teatro San Fernando de Sevilla. Era agosto y el orador, después de vaticinar la proximidad del triunfo bolchevique en España, remató su fervorín asegurando a un público sumido en los 40 grados de calor: "cuando ganemos, acabaremos con todos los burgueses y arrastraremos sus cadáveres por la nieve". Ni que decir tiene que, a pesar de aquellos fervores, no consiguieron sacar un solo diputado. Tampoco debería ser necesario decir que los comunistas fueron la pléyade más activa y sacrificada en los largos años de la Dictadura de Franco.
Ahora, unos cuantos calaveras de poses izquierdistas, dilapidan sin miramientos aquella herencia más que honorable, mítica. Resucitando a media luz las tesis periclitadas de Anguita esgrimen que el núcleo del ideario de izquierda ha de consistir en mantener la oposición al PSOE, como si a la derecha de los socialistas -con la que está cayendo- no hubiera otra cosa que una estepa nevada. Aquellos comunistas del Teatro San Fernando eran idealistas; éstos son materialistas aunque no dialécticos, sólo oportunistas pragmáticos de baja estofa. Y eso, teorías aparte, se nota. En marzo habrá cadáveres políticos arrastrados: los de estos candidatos que luchan entre sí, como una reala, por el mendrugo de un escaño.
Antonio Zoido es escritor e historiador