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Cadena perpetua

La mano lleva apretada fuertemente una moneda que es el enlace directo entre la seguridad de su casa y la ilusión de una chuche. No puede apreciar el sabor previo de una chuche, porque eso lo saben los niños mayores, pero ella recuerda que le gustan las chuches y en casa le han dado una moneda.

el 15 sep 2009 / 02:31 h.

La mano lleva apretada fuertemente una moneda que es el enlace directo entre la seguridad de su casa y la ilusión de una chuche. No puede apreciar el sabor previo de una chuche, porque eso lo saben los niños mayores, pero ella recuerda que le gustan las chuches y en casa le han dado una moneda para chuches. Ya conoce el camino desde la casa al kiosco de las chuches, desde la seguridad del hogar hasta la aventura del placer. En medio, como único equipaje, una moneda en el puño apretado. Una fresita, una nube, un palote. Sólo conoce la seguridad de su familia, la casa de placer del kiosco y al hombre malo que vive al lado. Se le acerca, se niega, se resiste. Pena de muerte para Mari Luz.

Juan José Cortés siente que las piernas se le aflojan. Lleva cinco años con un compromiso para toda la vida y el hueco que deja le hace llegar el frío sudoroso a las entrañas. Quiere correr, quiere gritar, quiere ver, quiere tocar. Sólo quiere con ansiedad como quiere a su hija. Sabe que el hombre malo vive al lado de su casa. Lo sabe como hombre, lo sabe como ciudadano, lo sabe como padre. Lo intuye y lo huele. Mari Luz era como una chuche y se le fue a por chuches. El hombre malo era el hombre malo y le quitó su vida, le arrancó su vida, le extirpó su vida, su sonrisa, su ilusión. Vueltas a las calles, vueltas a la vida, vueltas a la nada. Cadena perpetua para Juan José. El hombre malo no merece nombre. No merece recuerdo. No merece luz. No merece libertad. Él lo sabe, y sabe como esquivarlo: cambio de ciudad, cambio de juzgado, cambio de vida, pero no de abusos. El hombre malo no tiene pena. Cadena perpetua.

Consultor de comunicación. isidro@cuberos.com

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