Una madre británica que inyectó por compasión una dosis letal de heroína a su hijo, que sufría una lesión cerebral irreversible, ha sido condenada en Londres a cadena perpetua. Frances Inglis, de 57 años, justificó su acción explicando que sentía que no tenía más remedio que liberar a su hijo, Thomas, del "infierno en vida" que suponía su estado vegetativo.
Inglis, madre de tres hijos, estaba en libertad condicional después de haber intentado antes matar a Thomas cuando se registró en noviembre de 2008 bajo una identidad falsa donde su hijo estaba hospitalizado. El jurado entiende por una mayoría de diez votos a dos que, con independencia de cuál fuera su intención, cometió un asesinato.