Hace varias semanas, María José Ruiz y su marido lograron una dura sentencia contra los abusos bancarios en un juzgado de Sevilla . No las tenían todas consigo porque la entidad condenada, Caixa Galicia, hoy integrada en el conglomerado de cajas de ahorros gallegas Novagalicia, aún podía apelar a instancias judiciales superiores, lo que hubiera alargado el proceso, prolongado la angustia y agravado el desembolso económico de la pareja. Tras la tensa espera, ya pueden respirar tranquilos puesto que la caja, ante la contundencia del fallo, ha decidido no recurrir e incluso ha depositado el dinero que les debe devolver por un seguro vinculado a una hipoteca y que, en vez de asegurar, ha causado un grave perjuicio a estos clientes.
Lo cierto y verdad es que la sentencia era muy severa. No sólo dejaba constancia de que Caixa Galicia no informó correctamente sobre los riesgos que entrañaba un complejo producto financiero llamado swap -conocido por los afectados, miles en España, como clip, porque era en ocasiones su contrato se adhería a la hipoteca con un clip en la notaría- que, sin embargo, era comercializado como mero seguro para proteger contra la subida de los tipos de interés, sino que constataba que los mismos directivos de la sucursal donde acudía la pareja ni siquiera sabían en qué consistía exactamente, ni cómo funcionaba ni la elevada penalización que implicaba cancelarlo. Una mala praxis por parte de la caja: vender un producto sin conocer qué vendía realmente.
Ese swap teóricamente protegía a los hipotecados frente a la subida de los tipos de interés (Euríbor) en unos momentos -la primavera de 2008- en que éstos comenzaban a escalar tras los mínimos históricos logrados en la etapa del boom inmobiliario. En la práctica, sin embargo, este seguro se convertía en un producto derivado -es decir, dependía de la evolución de otros indicadores-, cuyas características exigían un exhaustivo conocimiento de las finanzas y, por tanto, del movimiento de los mercados. No era precisamente sencillo.
Para colmo, el swap alteraba los términos mismos del contrato de la hipoteca, pues convertía el tipo variable del Euríbor en un tipo fijo -esto es, sin beneficiarse de las bajadas-, y, además, cancelarlo implicaba un fuerte desembolso para la pareja, que se calculaba sobre enrevesadas operaciones con varios índices financieros. María José Ruiz y su marido estaban atrapados. Ni se beneficiaban de la rebaja de los tipos -ahora, en mínimos históricos- ni podían anular el clip so pena de sangría económica.
Decidieron seguir afrontando religiosamente los pagos -de su casa salían cada mes más de mil euros para la caja de ahorros-, hasta que el juzgado sevillano ha anulado el swap y ha obligado a la entidad gallega a devolver las cantidades cobradas indebidamente, más los intereses. En torno a 34.000 euros.
"Hasta ahora, cuando pasaba por la calle donde se ubica la oficina de Caixa Galicia, cambiaba de acera. Ya no. Ha sido una larguísima espera y tres largos años sintiéndome engañada, pero hoy respiro aliviada", relata María José.
Ella ha sido y seguirá siendo una de las participantes más activas del foro www.noclip.es , donde los afectados de toda España cuentan sus experiencias y ofrecen información útil para acudir a la Justicia. "El primer paso es superar la vergüenza. A mí me costó, pero lo hice, y al final ha merecido la pena. Hubiera pactado antes de llegar a juicio con tal de evitar el desgaste psicológico y económico del proceso, pero la entidad no quiso. Si le digo la verdad, además de la devolución del dinero más los intereses, debería haber reclamado también indemnización por el largo sufrimiento. Bueno, al final todo ha terminado".
¿Y olvidado? "No. Desde el foro seguiré contando mi experiencia y animando a denunciar. Yo he podido resistir económicamente. Hay muchas familias que no.
Las claves
No era seguro. La sentencia concluye que el swap ofertado era "un producto de inversión complejo y de alto riesgo inadecuado [para el cliente]" y que en ningún momento era "seguro". Se constata que la entidad no había ofrecido a la pareja sevillana, que no era ducha en cuestiones financieras, la suficiente información como para que entendiera realmente el riesgo de este producto financiero.
El perjuicio. "El resultado habido es justamente el contrario a la finalidad que debe perseguir un producto de cobertura o de protección al cliente (...) dando una apariencia de estabilidad", dice el fallo.
Ni el director. "(...) de donde se deduce que ni siquiera el personal de la sucursal incluido el director alcanzaba a calcular el coste de la cancelación anticipada", señala para dejar en evidencia que en la oficina que colocó el swap no sabían cómo funcionaba.
Ni sentido. "El propio director de la sucursal reconoce que en el acto del juicio no tenía sentido este producto derivado porque el préstamo estaba pactado a interés fijo", y aun así se comercializó y adjudicó.
