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Cajas y libros para coger caramelos

El estreno de seis carrozas y el paso de los tres Reyes Magos se convirtieron en las atracciones del recorrido de la Cabalgata

el 05 ene 2012 / 22:48 h.

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Hay quien admiró el paso de la Cabalgata con el libro El viaje vertical de Enrique Vila-Matas debajo del brazo y hay quien lo hizo con una caja de cartón en las manos. Contradicciones en Sevilla se viven a diario pero lo variopinto se mezcló ayer a lo largo de las más de seis horas de recorrido que duró la Cabalgata de los Reyes Magos. Desde su salida, a las 16.15 horas, hasta su recogida, sobre las 22.30 de la noche, mayores y niños unieron sus fuerzas para vivir la tarde-noche de más ilusión del año.


Eran las cabezas de los mayores las que sobresalían entre el mar de gentío que se agolpaba a lo largo del paso de la cortejo real. Los pequeños quedaban en un segundo plano de visión y eran los padres e incluso abuelos quienes se afanaban por coger el mejor sitio para llenar la bolsa de caramelos. “Este banco no me lo quita nadie. Manolo, ponte aquí, a mi lado, que aquí la vamos a ver muy bien”, espetaba una señora en pleno Altozano.


Y así, sentados unos y otros de pie, iban enseñando a los más pequeños las técnicas para coger el máximo número de caramelos en el menor tiempo posible: “cuando tiren, tú agacha la cabeza y coge todo lo que puedas pero pide siempre permiso al pasar”, se escuchaba entre paso de carroza, banda y beduino.


La bolsa o, en el caso de otros, la caja de cartón se fueron llenando en su mayoría con caramelos duros porque los blandos prometidos aparecían muy de vez en cuando. Sólo la carroza de Lipasam, de estreno en este año, los arrojaba junto con pelotas de tenis, únicas culpables del enloquecimiento pasajero de mayores y niños por conseguir el tesoro más preciado, el que nadie tenía.


Megáfono en mano para reñir a quien no tiraba ni un caramelo. “¡No se puede ser tan posturitas, Indiana Jones!”, recriminaban al protagonista de dicha carroza. Igual que a Cenicienta, cuyo carruaje corría en el cortejo con la premura de quien sabe que todo desaparecerá antes de las doce de la noche.


El resto del cortejo pasaba delante de los ojos de niños como Manuel, de quien se quejaba su padre por quedarse dormido: “Manuel, ¡no te amorres! ¡Venga, que vienen los Reyes!”. El niño se despertó al paso de carrozas como la de Dora la Exploradora, nueva en la Cabalgata y llena de niñas disfrazadas de la aventurera.


Otra de las atracciones de este año era la carroza del Ratoncito Pérez, espectacular en su decorado donde el sueño placentero, ese que guarda el mejor regalo para el diente caído, cobraba protagonismo. Igualmente, la dedicada a la Constitución de 1812 era una de las más admiradas justo al principio del cortejo. Sus integrantes iban vestidas de goyescas para dar a conocer la conmemoración del Bicentenario de La Pepa, que tendrá lugar el próximo año en Cádiz.


El Puente con su guiño a Londres y sus niñas vestidas de perfectas amazonas inglesas junto con la de la Integración a las Culturas fueron otros de los estrenos que cautivaron al público.


PROTAGONISTAS ACLAMADOS. Los protagonistas de ayer no fueron las sintonías de Bob Esponja ni los villancicos tocados por las diferentes bandas. Quienes de verdad pintaron las caras de sorpresas y sonrisas tanto de mayores como de pequeños fueron los Reyes Magos.

Melchor encarnado en el médico José Pérez Bernal recibió una gran ovación no sólo por su presencia sino por quienes lo acompañaban. A pie iban muchos hijos de trasplantados y en la carroza, algunos que han pasado por sus manos, como Rafael, el primer trasplantado de cara en Andalucía. Gaspar, en cambio, no recibió tantas palmas pero sí sus monedas de chocolate que entraban en las bolsas como si se trataran del tesoro más preciado. Por último, Baltasar y Rafael Gordillo, o viceversa, porque en la tarde ayer no se sabía si gritaban la presencia del Rey o del exfutbolista. Muchos fueron quienes aclamaron su verde carroza al grito de “musho betis”. Otros, por el contrario, manifestaron su preferencia Real y se decantaron por el tradicional: “¡Viva Baltasar!”.

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