Las representantes de Cajasol firman el acuerdo con el director y la jefa de estudios.El director del colegio Andalucía, en el Polígono Sur, tiene tan claro que su biblioteca es esencial para la enseñanza que si para mantenerla hay que buscar dinero bajo las piedras, conseguir que los profesores trabajen como voluntarios una vez cubierto su horario e inventarse todo tipo de actividades para que los niños se emocionen con la lectura, se hace. El último escollo, la falta de presupuesto que les impedía mantener el puesto de trabajo de la bibliotecaria, se acaba de superar gracias a un convenio con la Obra Social de Cajasol que le concede una generosa dotación de 5.000 euros. Con ella, al menos este año, el colegio respirará tranquilo porque podrá mantener el actual horario de una biblioteca con vocación de abrirse cada vez más al barrio, como desde hace años intentan todos los centros escolares del Polígono Sur.No es nada común que un colegio recurra a una entidad privada como Cajasol para financiarse, pero en una zona en riesgo de exclusión social cualquier inversión es bienvenida. "Vamos tirando la caña por todos lados. En este barrio y con los recursos que tenemos hay que hacerlo para mejorar aquello a lo que la administración educativa no llega", explica el director, Eduardo Barrera, al que uno se imagina con la bolsa siempre preparada bajo el brazo: "Nosotros vamos por los sitios y si alguien puede aportar algo, estupendo".

Cajasol colabora con el centro por segundo año. Como se trata de un colegio de primaria que no puede realizar contratos, el colegio Andalucía se puso de acuerdo con la ONG Entre Amigos, que lleva ocho años trabajando para reducir el absentismo en el barrio.

Con la aportación económica del primer año, 9.000 euros, Entre Amigos contrató a la bibliotecaria y adquirió nuevos fondos bibliográficos. Ambos proyectos se mantendrán este año. "Tuvimos que darle vueltas a la cabeza porque sabíamos que la biblioteca era fundamental para el aprendizaje de los niños, y encontramos esta fórmula", explica el director.

Cajasol también ha hecho un esfuerzo:"La aportación es más elevada de lo habitual para un colegio pero estaba justificado, por el proyecto y por ser un área en riesgo de exclusión social", explica Ana Bernal, jefa de Relaciones Institucionales y de la Obra Social de Cajasol en Sevilla, que rubricó el convenio.

Es difícil imaginar en otros barrios esa ebullición característica del Polígono Sur, donde las carencias se suelen remendar con imaginación. Sus centros escolares están profundamente implicados en la educación no sólo de sus alumnos sino de toda la comunidad, en especial de las familias de estos críos. Por eso, los colegios del barrio fomentan que las actividades de lectura, sobre todo el préstamo de libros, se abran a todos los vecinos. Y para eso, sus bibliotecas deben ser lugares accesibles.

No es la primera vez que el compromiso con este objetivo juega un papel fundamental: hace unos meses, un grupo de voluntarios decoró con enormes y coloridos murales las paredes de la biblioteca del colegio Giménez Fernández, en el mismo barrio, que ya tiene en marcha un proyecto de apertura a la comunidad. El colegio Andalucía también ha presentado una propuesta a la Fundación Abengoa para trasladar su biblioteca a la planta baja del edificio, ocupando la antigua casa del portero, con el doble objetivo de ampliarla y hacer que se pueda entrar desde el patio, para facilitar el acceso desde la calle sin tener que entrar al colegio. Si Abengoa les financia las obras, también tienen intención de ampliar el horario por las tardes.

El trabajo voluntario de los maestros ya les ha permitido una pequeña concesión: abrir de 9 a 16 horas, más de lo que les permite el contrato de la bibliotecaria, porque los profesores hacen dos horas de guardia voluntaria que aprovechan para reforzar el trabajo que hacen en el aula con los niños que tienen dificultades de aprendizaje.

Una comisión de diez maestros planifica las actividades de dinamización que mantienen siempre activa la biblioteca haciendo que los estudiantes "se sientan a gusto": una vez al trimestre se celebra el día del cuento, y durante un par de horas los maestros se convierten en narradores para sus alumnos más pequeños, adornándolo con juegos para que sea más atractivo para los niños. Por ejemplo, colocan una taquilla en la que los críos compran los tickets para el cuentacuentos con los billetes de pega que el colegio usa para enseñarles a manejar el dinero.

También hacen tertulias literarias, en las que los niños llevan los libros ya leídos y los comentan en clase. Empiezan a los tres años, primero con dibujos, y luego van avanzando en la complejidad de los relatos. "A los niños les gustan mucho los clásicos.

En quinto hemos leído a Shakespeare, Romeo y Julieta y El sueño de una noche de verano, y les ha encantado", presume el director. La financiación de Cajasol les ha permitido comprar los 15 o 20 ejemplares que necesitan para que toda la clase pueda leer los libros antes de la puesta en común. Sus próximos retos son ampliar la participación de las familias, que ya disfrutan del préstamo de libros en las mismas condiciones que los alumnos, y crear un voluntariado que trabaje con los estudiantes que precisan apoyo.