El Cajasol ya es colista. Es el perro que muerde al niño. No es noticia, forma parte del paisaje de la ACB. El año pasado fueron muchas, la mayor parte, las jornadas en las que estuvo en zona de descenso. Siguiendo el rastro de las últimas temporadas, ahora tocará el episodio de los cambios de jugadores. Ficharán un segundo base, como debieron hacer antes -Miso ya jugó ayer muchos minutos de escolta, lo que es-, cambiarán a Lorbek por un anotador, y tal vez a Asselin, al que se le está acabando el margen de confianza, por mucho que haga vestuario. El grado de paciencia lo marcará el contrato y su cláusula de salida. Lo que está claro es que este Asselin, incluso como español, no sirve para un proyecto importante.
El pésimo arranque liguero pone en entredicho la planificación, y tampoco vale -como ya ha dejado caer Joan Plaza- la excusa de que la fracasada nacionalización del ex pívot de Manresa ha descompensado el plantel. El problema es de elección, no de estructura. Tampoco Ager va a ser una varita mágica, la que ha demostrado ya que no tiene Earl Calloway, desastroso ayer como director de juego y peor a la hora de tomar responsabilidades en ataque: ¡2 de 13! en tiros de dos (15%), que pudo enmendar si llega a anotar en un contraataque tras robo una bandeja con la izquierda más que factible que pudo evitar la prórroga y dar a su equipo un triunfo fundamental, y en esa hipótesis, con la connivencia del Lagun Aro, que tenía el partido ganado.
En un partido de perfil bajo, en algunas fases bajísimo, los de Pablo Laso dotaron a su juego de un cierto orden, y tuvieron la suerte de encontrarse a un Michal Ignerski desconocido en San Pablo. En tres años en Sevilla no se le vio un partido como el que ayer completó el polaco, tan motivado como acertado en la corta y en la larga distancia. Eso sí, permitió con su débil defensa que Savanovic también se luciera, y el serbio no dudó en corresponderle bajo el aro cajista. Tal para cual.Gestionando horriblemente el ataque, el Cajasol mantuvo el tipo con una defensa mucho más eficaz en disposición zonal que al hombre, lo cual no deja de desvelar carencias. Las que tiene también el Lagun Aro, que se atascaba como su rival a poco que no encontrara la inspiración de Ignerski y en algún momento de otros dos ex cajistas, Andy Panko y Sergio Sánchez. Todo muy improvisado, sin patrones de juego colectivo ni en uno ni en otro bando, una ecuación que acababa en demasiados balones perdidos, en un partido caótico por momentos que se agarraba a la incertidumbre e importancia del desenlace como únicas causas para mantener la atención. A ello también contribuyó Joan Plaza, el primero en perder de forma decisivamente inconveniente los nervios. Dos faltas técnicas por protestar un arbitraje ciertamente impropio con un equipo local (sin exagerar), no sólo le acabaron expulsando, sino que dieron a Ignerski la posibilidad de dar a su equipo un colchón de diez puntos (55-65, m.32) que a la luz de los problemas cajistas para anotar se convirtió en una montaña del Himalaya.
Con Zan Tabak a los mandos, la vuelta a la defensa en zona y con los vascos (sospechosamente) muy pronto en bonus en el último cuarto, se le apareció al Caja una oportunidad por la que ya pocos apostaban. Lagun Aro tembló, con Andy Panko como mayor exponente. Primero tuvo un triple sin defensor del que no quiso saber nada, y en la penúltima jugada, con el Caja en bonus, penetró para, en vez de buscar la falta, dar un pase infame a Bernard Hopkins, que fue taponado bajo aro. No menos negligente estuvo Calloway a 18 segundos del final. Un robo, una carrera para hacer una bandeja con la izquierda defendido por un Sergio vencido, y fallo estrepitoso. A la prórroga.
Bastaron dos canastas del Lagun Aro para que el Caja desesperara. Ya rendido, Tabak pidió tiempo muerto (77-84) a doce segundos pensando en el average. El croata lo tiene claro: serán rivales para no descender. Así están las cosas. Otra vez.