Hay un nombre en la agenda de la dirección deportiva que, como el de Pepe Mel, debe tenerse muy en cuenta. Se trata de Gabriel Humberto Calderón, mítico futbolista argentino que en los años 80 se hizo con un hueco imborrable en la historia de las trece barras y que ahora intenta labrarse una carrera de entrenador en el Oriente Medio. Calderón es el técnico del Al-Ittihad, reciente subcampeón de la Liga de Campeones asiática, y no se cansa de repetir que uno de sus sueños es pasar por el banquillo de Heliópolis. "Algún día entrenaré al Betis, seguro", afirma Calderón desde Arabia Saudí. "Pero me parece que ahora no es el momento", añade. "Siempre seré una opción, pero ahora tengo un contrato en vigor y no me parecería bien no respetarlo", explica Calderón. Ese contrato expira al final de esta temporada, pero rescindirlo unilateralmente obligaría al otrora jugador a pagar una cuantiosa indemnización a la entidad saudí.
El argentino, además, es muy respetuoso con Antonio Tapia y prefiere no hacer más declaraciones sobre un hipotético futuro verdiblanco. "No me parece bien hablar ahora, en el Betis hay un entrenador y todo lo demás son suposiciones", advierte. En el Al-Ittihad, por otra parte, tiene un asunto pendiente tras perder la final de la Champions asiática y no ir al Mundial de Clubes: aunque el título liguero "está difícil", le quedan una nueva Champions y la Copa del Rey de allí.
