Acaban los sabios de hablar en Valencia sobre el calentamiento global, del que, a estas alturas, nadie tiene duda, y que parece que nos deparará un futuro cuando menos incierto, si no negro, a quienes poblamos la tierra en este momento, y el universo en los próximos siglos. Sobre la realidad que nos rodea, nosotros, cada uno de nosotros, somos el núcleo de una cebolla y las circunstancias son todas las cáscaras de esa misma cebolla, de manera que fuera de ella no hay cebolla, pero dentro toda nuestra esencia es la misma, nuestro contenido y nuestras circunstancias.
En España, primera capa de nuestra realidad, la deuda hipotecaria acaba de llegar al billón de euros, es decir, la misma cifra que suma el producto nacional bruto, por lo que producimos lo que debemos, y viceversa. Un poco más hacia fuera, la realidad que nos recubre como una capa es el calentamiento de la tierra que habitamos, consecuencia, sin duda, del propio comportamiento de la especie humana, de su desarrollo y de su comportamiento. Algo más afuera, en la capa exterior, ya se está planteando la conquista del espacio como el lugar en el que el hombre como especie tendrá que buscar su futuro una vez que agote el contenido del actual, que acabe con esta naturaleza y los seres que en ella viven o vivieron. Ahora solo queda, dicen los investigadores futuristas, conquistar el espacio y colonizar Marte como primera etapa de una propagación de la especie humana por los confines del espacio. Conquistar para destruir. Y así sucesivamente. Quiero pensar que aún estamos a tiempo.
Isidro Cuberos es consultor de comunicación
