El programa "Callejeros", de Cuatro, nos lleva esta noche de visita por tres barrios de tres localidades diferentes del sur de España, Murcia, Barbate y Almería, para mostrar las peculiaridades de cada uno de ellos.
El primero se traslada a la barriada del Espíritu Santo, en Murcia, donde sus habitantes conviven, directa o indirectamente, con el tráfico de drogas, como Joaquín, que se sube en el coche y esnifa dos rayas de cocaína antes de ir a buscar a su hijo al colegio.
Este gitano, padre de siete hijos, asegura que vive sólo de lo que saca de vender en el mercadillo del barrio, el mismo donde conviven payos y gitanos en un equilibrio precario y nadie de la capital quiere visitarlo.
El segundo reportaje, "Vecinos y parientes", descubre los curiosos personajes que cualquiera puede encontrarse por las calles de Zahara de los Atunes, una pedanía de la localidad gaditana de Barbate, donde viven poco más de 1.000 habitantes pero que en verano les visitan 40.000 personas.
Son turistas que pasan sus días ajenos a las costumbres de los lugareños, como las que muestran Juana, Rosario y María Fernanda, primas hermanas que, acompañadas por una cuchara y una botella de anís, tocan "el Chacarrá", como se llaman los antiguos bailes de la zona.
El tercer reportaje se centra en El Puche, uno de los barrios con más sabor de la ciudad de Almería, donde al sur le llaman "los huevos fritos" por el color de su fachada, al norte "los pisillos" y al centro, "lo viejo".
Payos, gitanos y musulmanes sobreviven en una zona que se construyó tras las inundaciones que asolaron la ciudad en los años 70 y donde habitan criadores de gallos, obreros, flamencos, acróbatas, peladores de cobre y buscadores de oro en la chatarra, artesanos de la madera y hasta un belga que rompió su camión hace un año y medio y ha decidido quedarse allí.