La situación permanecía ayer en calma en el Líbano, aunque la inquietud persistía, con un amplio despliegue militar y policial en las calles, ante el vacío de poder creado tras la marcha del presidente Emile Lahud y la falta de un sucesor. Las calles amanecieron tranquilas, con apenas tráfico de vehículos ni peatones, pero con una gran despliegue de soldados y policías para hacer frente a cualquier eventualidad.
Las fuerzas del orden seguían en estado de alerta con una fuerte presencia de patrullas en todo el territorio libanés. El presidente Emile Lahud abandonó en la medianoche del viernes al sábado el Palacio de Baabda, tras la expiración de su mandato y ante la incapacidad del parlamento de elegir a un sucesor, que pospuso su elección hasta el próximo día 30, tras intentarlo en cuatro ocasiones sin éxito. Lahud abandonó el cargo no sin antes poner toda la seguridad del país en manos del Ejército, ya que no reconoce la legitimidad del Gobierno del primer ministro Fuad Siniora, quien ha negado que el país se encuentre en estado de emergencia.
Por otra parte, ocho personas, entre ellas cuatro niños, resultaron heridas ayer al estallar un artefacto explosivo en el campo de refugiados palestinos de Naher El Bared, cerca de la ciudad septentrional libanesa de Trípoli.
Según su relato, las víctimas estaban buscando chatarra entre los escombros del campamento para venderla cuando estalló un artefacto. Los cuatro menores -dos de ellos grave- así como dos adultos fueron evacuados a un centro hospitalario.
