El pueblo jiennense de Castellar vive en calma tensa después de la trifulca entre los vecinos y dos familias gitanas, que han abandonado el pueblo tras los incidentes de la madrugada del domingo. El Gobierno anunció que "dentro de unos días" desplazará más agentes de la Guardia Civil a la localidad.
El subdelegado del Gobierno en Jaén, Fernando Calahorro, se comprometió ayer a incrementar la presencia de la Guardia Civil destinada a la zona e indicó que el dispositivo que ahora mismo vigila el pueblo "permanecerá hasta que sea necesario" y se coordinará con la Policía Local.
El objetivo es recuperar "pronto" la normalidad. Para ello el Ayuntamiento de Castellar ha convocado una manifestación por la convivencia para el próximo sábado. El alcalde, el socialista Pedro Magaña, también creyó que el pueblo está "en el buen camino" para solucionar los incidentes. Defendió que las familias que han abandonado el pueblo lo han hecho "porque así lo han querido" y "dentro de su libertad", pero que nadie los ha expulsado.
En los incidentes de la madrugada del domingo no hubo heridos gracias al rápido despliegue de la Guardia Civil. Los vecinos, indignados por los destrozos a un coche que supuestamente realizaron miembros de estas dos familias gitanas, se presentaron en la zona donde están las viviendas de estos clanes cargados con piedras y botellas de gasolina. Los jóvenes fueron quiénes arrancaron las protestas, que fueron secundadas por un importante número de vecinos. Los gitanos acosados abandonaron el pueblo.
Los vecinos se han reunido en una Plataforma Ciudadana de Defensa del Medio Rural, que ha recopilado en una sola jornada 1.500 firmas. Su portavoz, Emilio Fuentes, denunció que el pueblo necesita "una autoridad que haga cumplir las reglas de convivencia" y más seguridad. Denuncian que estas dos familias, conocidas en el pueblo por ser muy conflictivas y dedicarse presuntamente al tráfico de drogas, no cumplen con las normas básicas, tienen "un comportamiento incívico" y desencadenan muchos problemas en Castellar. Defienden que en este pueblo conviven payos y gitanos sin problemas "desde tiempos inmemoriales" pero que hay "una pequeña minoría" que enturbia esta convivencia.