Kosovo vivió su tercer día de independencia en un ambiente de tensa calma, mientras que Belgrado envió cuatro ministros a varios enclaves serbios de su provincia escindida unilateralmente para prometer ayuda financiera a sus habitantes.
Tras la tensión vivida el martes, cuando cientos de manifestantes serbios enfurecidos con la independencia de Kosovo destruyeron dos pasos fronterizos en la parte norte del nuevo país, imperó la calma. Las fuerzas de la OTAN, que habían bloqueado esos puestos, los reabrieron ayer y fuerzas especiales de la ONU en Kosovo se estacionaron en sus inmediaciones para custodiarlas.
En Mitrovica, el principal centro urbano serbio en el norte de Kosovo, entre 500 y 600 personas se manifestaron para expresar su rechazo a la independencia kosovar, proclamada el domingo pasado y reconocida ya por EEUU y las principales potencias europeas.
La ausencia de 11 diputados de CiU y uno de ERC hizo que no prosperase ayer la propuesta que la federación presentó en el Palament para que el orden del día del pleno incluyera una propuesta de resolución que pide que "las Naciones Unidas decidan el estatus jurídico de Kosovo, de acuerdo con la voluntad del pueblo kosovar".
Por otro lado, el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, insistió ayer en que las tropas españolas continuarán en Kosovo "cumpliendo" su "compromiso" con las Naciones Unidas sin "ningún" problema mientras la misión de la KFOR "siga siendo la que es", entre otras cuestiones, "neutral políticamente". El ministro explicó que la misión KFOR, acrónimo en inglés de Fuerzas de Kosovo, de las Naciones Unidas tiene "dos características", una de las cuales es la de "ser neutral políticamente, ya que no está para abogar o desabogar por la independencia o por lo que sea". En segundo lugar, dijo que la KFOR está en Kosovo para "proteger a los ciudadanos y minorías de aquella realidad que surge del desmembramiento de la antigua Yugoslavia".
