En el río, en una fuente o atrincherado en casa. Cada cual despista al verano como puede. Menos los turistas, claro, que parecen hechos de otra pasta.
Dice el refrán que cada maestrillo tiene su librillo y los sevillanos tienen el suyo para soportar los grados de más que trae consigo el verano y, de camino, evitar derretirse. La primera norma es no salir de casa a no ser que sea estrictamente necesario durante las horas de más calor así que si sale y encuentra a alguien paseando por el Centro de Sevilla bajo el sol del mediodía, no dude: es un turista.
Turistas son Daniella y Laura, dos jóvenes milanesas que han viajado por primera vez a Sevilla y que ayer recuperaban fuerzas a la sombra antes de seguir su visita por el barrio de Santa Cruz. "Vamos a estar en la ciudad cuatro días", explican. El calor, "qué hace mucho", lo sobrellevan "por el momento con mucha agua" y dicen que ya contaban con las altas temperaturas pero que se decidieron a venir en verano "porque es cuando tenemos vacaciones".
Aunque al resto de los mortales les resulte toda una hazaña el simple hecho de caminar a las tres de la tarde por la calle, los turistas tienen cuerpo y ganas para hacer fotos -con posado incluido y hasta que salga bien-, grabar vídeos de la Giralda y hasta escuchar a pie quieto las explicaciones de sus guías. Pero, como los sevillanos, también ellos tienen sus trucos para que cuarenta grados a la sombra no les fastidien las vacaciones. El kit de supervivencia incluye botella de agua bien fría, muy cotizada en las zonas turísticas; sombrero, gorra o artilugio similar para cubrir la cabeza; gafas de sol; sandalias -el detalle de los calcetines es voluntario- y ropa cómoda; y un buen protector solar.
De esta guisa se paseaban ayer Marjan y Paul, dos holandeses que también son novatos en lo que a pasar calor en Sevilla se refiere. "Hemos estado en Granada y Córdoba y ahora pasaremos dos noches aquí", cuenta ella. Menos osados fueron los asturianos que llegaron ayer a la ciudad desde El Puerto de Santa María para "pasar unas horas". La mayoría ya la había visitado antes y, por eso, "nos decidimos por la playa". Como buenos turistas, compraron souvenirs, hicieron fotos y visitaron monumentos. ¿Y si el sol aprieta? "La mejor solución es refugiarse en cualquier bar".
Puede que estén hechos de otra pasta o que simplemente no sea lo mismo resistir el calor estando de vacaciones que trabajando. En cualquier caso, no todo está perdido, porque la ciudad tiene algún que otro oasis donde jugar al despiste con el verano. Remojarse en una fuente, sentarse lo más cerca posible del río o hacerse fuerte en un centro comercial con aire acondicionado. Allá cada cual...
