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Cambiar de coche en plena crisis

Acudió a un concesionario de automóviles incitado por la publicidad de la televisión. Había escuchado decir que el último modelo de la marca que siempre le había gustado lo podía adquirir a precio de ganga. "¡Menuda breva!", exclamó.

el 15 sep 2009 / 11:24 h.

Acudió a un concesionario de automóviles incitado por la publicidad de la televisión. Había escuchado decir que el último modelo de la marca que siempre le había gustado lo podía adquirir a precio de ganga. "¡Menuda breva!", exclamó.

El anuncio se refiere siempre al modelo básico; si luego el cliente quiere algunos extras, como son el sensor de lluvia o el dispensador de profilácticos con sabor a garbanzos con espinacas, se lo venden aparte sin ningún recato.

El capitalismo ha terminado triunfando por poner a nuestro alcance todo lo que nos venden en la cajalista, que de tonta no tiene un pelo. Nos ofrecen por la televisión el coche de nuestras alucinaciones a un precio ya desorbitado que, sin embargo, algunos manirrotos aprueban. Pero cuando en el concesionario se produce el apasionado flechazo entre el hombre y la prodigiosa máquina de ruedas, la cosa cambia. Imagino el anhelado encuentro entre el vendedor y el cliente:

-Hola, vengo a ver el carro de mis quimeras, el de 25.000 euros que anuncian en La tarde de Patricia.

-¡Estupendo! Aquí lo tiene; si quiere sentarse en él y probarlo, hágalo, que es totalmente gratis.

-¿Y el volante?, pregunta horripilado el futuro marchante.

-¡Ya empezamos! Eso es un extra y, como todos, es opcional y se paga aparte. ¿Entiende?

-¿Un extra? ¿Y cómo quiere que lo conduzca?

-Es su problema. Y no me vaya a decir que también quiere rueda de repuesto, a este grotesco precio?

En los anuncios de ventas de coches deberían cambiar el "desde" por el "hasta". Deberían dar el precio más alto del coche con todos los extras incluidos, y cuando el cliente vaya a comprarlo, decirle con franqueza que un coche puede prescindir perfectamente de esos caprichos que lo encarecen hasta hacerlo inasequible para algunos. No sé si se venderían más o menos coches, pero estoy seguro de que el cliente no saldría del concesionario con la seguridad de que lo han engañado como a un pavo.

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