Por S.C. Corría el año 1955 cuando se constituía en Utrera la Junta de Hermandades de Penitencia, un organismo que en 1989 pasaría a denominarse Consejo Local de Hermandades y Cofradías. En el germen del nacimiento de dicha institución religiosa se encontraba, como una de sus motivaciones, la creación de una Carrera Oficial para delimitar el punto común por el que debían discurrir todas las estaciones de penitencia de la Semana Santa utrerana. Precisamente este destacado punto de los cortejos procesionales es noticia estos días, ya que el Consejo de Hermandades ha acordado por unanimidad plantear una modificación radical en su emplazamiento, para que en 2014 estrene una nueva ubicación y estética. Así las cosas, la Semana Santa del próximo año podría dejar una imagen histórica, si finalmente sale adelante la propuesta de las cofradías utreranas. El Ayuntamiento de Utrera es el que ahora debe estudiar dicho planteamiento y dar el visto bueno definitivo que permita acometer la reforma. El proyecto sobre el que ha venido trabajando una comisión interna del propio Consejo propone el traslado de la Carrera Oficial desde el actual enclave, en la plaza de la Constitución, hasta la contigua plaza del Altozano, centro neurálgico de la localidad utrerana. Además, la intención es situar el vallado y el resto de los elementos que la integran en la parte central de este destacado enclave, en la zona amplia de acerado que ocupa el corazón de dicha plaza, en lugar de situarla en el espacio destinado al tráfico rodado de los vehículos. La plaza del Altozano es, para los utreranos, mucho más que un rincón más de su ciudad. Es el punto de encuentro, el lugar de convivencia diaria, el escenario donde tienen lugar los importantes acontecimientos que se producen en el municipio. Y ahora podría ser también testigo privilegiado del tránsito de todas las hermandades durante las procesiones de Semana Santa. Significaría llevar el eje de un acontecimiento religioso de gran arraigo en Utrera hasta el corazón sentimental, y prácticamente histórico, del pueblo. Para abordar esta trascendental modificación, se han tenido en cuenta dos estudios paralelos: la situación de la Carrera Oficial y el desarrollo de las estaciones de penitencia. Con ello, se pretende que la ubicación aprobada ahora para la Carrera Oficial no impida el desarrollo de futuras propuestas de recorridos para el discurrir de las cofradías por otros enclaves, como pudieran ser el Ayuntamiento o las parroquias. Esta propuesta ha recibido la aprobación unánime de todas las corporaciones religiosas que integran el Consejo de Hermandades. Tras este paso, el proyecto deberá llegar ahora al Ayuntamiento de Utrera. Allí, las autoridades y los técnicos tendrán que respaldar igualmente la actuación contemplada. El deseo de la institución que preside Manuel Peña Domínguez es que esta propuesta pueda materializarse de cara a 2014, salvo que surjan problemas técnicos o económicos en su desarrollo. En caso de que el Consistorio muestre su conformidad al proyecto, la Carrera Oficial conocerá la tercera localización de su historia. La primera vez que se planteó este punto común para el discurrir de todas las hermandades de Utrera fue en el año 1955, cuando se eligió la calle La Fuente Vieja como emplazamiento para ello. Así estuvo hasta la Semana Santa de 2011, cuando el palquillo de autoridades y toma de hora se trasladó hasta la plaza de la Constitución, en una modificación que el Consejo de Hermandades planteó como un paso previo a la actuación que se contempla en la actualidad. Tras un intento definitivo de cambio que no logró fructificar, ahora se ha conseguido la unanimidad del mundo cofrade, para lo cual sólo queda contar con el respaldo definitivo del Ayuntamiento de Utrera. El día en que llegue se podrá contemplar esta modificación radical en la estética de un punto tan importante en la Semana Santa como es la Carrera Oficial. Es algo que alteraría los itinerarios de más de una hermandad para llevar sus desfiles procesionales hasta la plaza del Altozano, hasta ese enclave de Utrera que es el termómetro de la vida diaria de la ciudad y, quizás en un futuro próximo, eje vertebrador por el que contemplar la Pasión y Muerte de Jesús.