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Camboya juzga a sus verdugos

el 01 ago 2010 / 20:07 h.

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Familiares de víctimas del Jemer Rojo se reúnen en una ceremonia en la prisión que dirigía Duch.

-->--> -->Camboya comienza a cerrar las heridas del genocidio que vivió hace ya más de tres décadas. El primer paso ha sido la condena del jefe torturador, Kaing Guek Eav, a 35 años de cárcel. La sentencia del tribunal internacional lo declaró culpable, el pasado 26 de julio, de crímenes de guerra y contra la humanidad, así como casos de asesinato y tortura, tres años después de que fuera acusado formalmente.


De este modo, se comienza a hacer justicia en el país por el conocido genocidio camboyano que se perpetuó entre 1975 y 1979 a manos del régimen del Jemer Rojo. El sistema, que se autodenominó República Democrática de Kampuchea, estuvo liderado por Pol Pot, que murió en la jungla camboyana en 1998. Con su llegada al poder, el Jemer Rojo intentó suprimir los símbolos heredados del pasado, como la educación, la religión, la familia y las ciudades. Todo lo que considera­ban un atentado contra su régimen fue eliminado. En el exterminio murieron una cuarta parte de los habitantes del país, una cifra que ronda los dos millones de personas.

Kaing Guek Eav, conocido como Duch, es el primero de los cinco ex destacados cargos que el tribunal ha condenado por su implicación en las atrocidades cometidas durante aquel régimen. Fue director de la prisión de Tuol Sleng o S-21, bautizada como "la colina de la muerte" y que ahora alberga el Museo del Genocidio en Camboya. En este recinto se considera que fueron torturadas entre 14.000 y 16.000 personas, 2.000 de ellas eran niños. Las víctimas pasaban por la cárcel de Duch antes de ser asesinadas en los campos de exterminio de Choeung Ek, a unos 15 kilómetros de la ciudad de Phnom Penh, la capital camboyana.

El juicio a Duch comenzó el 17 de febrero de 2009. En una de las primeras vistas judiciales, Kaing Guek Eav admitió su responsabilidad y pidió perdón por la tortura y la ejecución de miles de personas. A lo largo del juicio se sucedieron las declaraciones de supervivientes, que explicaron las atrocidades llevadas a cabo en la prisión de Duch.

"Perdí toda mi dignidad. A los animales les daban más comida que a nosotros", afirmó una de las víctimas. Otro superviviente, Chum Mey, relató cómo le arrancaron las uñas de los dedos de los pies y le aplicaron descargas eléctricas hasta que confesó que trabajaba para la KGB y la CIA.

Por su parte, uno de los guardas de la prisión describió los métodos de electrocución y ahogamiento que le ordenaron aplicar sus jefes, incluido Duch. Tras estas declaraciones, Kaing Guek Eav rogó al pueblo camboyano que le impusiese "el castigo más severo posible" por todos los crímenes que cometió.

En este sentido, la Fiscalía de las Cámaras Extraordinarias de los Tribunales de Camboya, órgano judicial respaldado por Naciones Unidas, había pedido 40 años de prisión para Duch, la máxima pena contemplada por la legislación camboyana. No obstante, el tribunal redimió cinco años al considerar que el ex jefe de la prisión de Tuol Sleng, detenido en 1999, ya ha estado encarcelado de forma ilegal durante 11 años. Además, el juzgado considera que ha cooperado con la justicia desde su detención. De este modo, Duch deberá cumplir sólo 19 años de cárcel.

Cientos de camboyanos, venidos desde diversos lugares del país en autocares, aguardaban desde el amanecer que el tribunal abriera sus puertas para seguir lo que allí se decidiera. Para la mayoría de los asistentes, la condena fue leve. "Esto no es justicia. El tribunal ha decepcionado", sentenció Bou Meng. Bou Meng es uno de los supervivientes que declaró en el juicio, junto a otras víctimas del terror que impuso el Jemer Rojo durante los cuatro años que duró su régimen.

 

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