Ahora que termina 2007, reflexionemos acerca de esa palabra. El "campeón" (aparte de ser apodo de mi amigo Javi, imborrable '8' del Ciencias de rugby) es el mejor en una disciplina, normalmente deportiva. El que gana. El primero. Y en este año, más que nadie lo ha sido el Sevilla. Campeón en juego. Catalogado de forma prácticamente unánime como el equipo que mejor fútbol ha practicado. Campeón en puntos. La temporada 2006-2007 es la que más puntos en Liga ha sacado en su ya centenaria historia. Campeón en afición. Ha sido el 4O mejor club europeo en promedio de asistencia a su campo, con más de 42.000 espectadores de media (lo cual, ente los transatlánticos europeos, es como ser primero), y el mejor equipo español en desplazamientos internacionales. Dobló a la afición del Getafe en la final de Copa, a pesar de tener asignadas las mismas entradas. Campeón, también, en circunstancias extradeportivas. Con el fallecimiento de Antonio, la huída del Sr. Ramos y el surrealista culebrón de la (abortada) marcha de Alves, ya ganan por goleada hasta al Valencia. "Campeón del mundo", como dijo Lopera, la forma de referirse al mejor equipo del mundo en 2007 en su planeta. Y, por supuesto, campeón de competiciones. 3 títulos. Campeón de la UEFA. Campeón de la Copa del Rey y Campeón de la Supercopa de España. Pero, sobre todo, el Sevilla es campeón en lo más importante: en criterio, cordura, planificación, humildad y crecimiento en calado social y atención mediática. Pregúntenle a cualquier sevillista cómo se siente: campeón. Es el SMS navideño rojiblanco: "Soy sevillista. Por este año ya está bien, el cupo de felicidad lo tengo completo. Ahora me toca a mi repartirla". Aunque de esto nunca se cansa uno ¿verdad?. Feliz año a todos.
