Campeón de altos vuelos

El vecino de Los Palacios y Villafranca Emilio Amuedo gana el Campeonato de Andalucía 2014 de aeromodelismo, celebrado en Utrera, en la categoría sport de Acrobacia de Grandes Maquetas.

el 14 abr 2014 / 22:00 h.

15669902 Emilio Amuedo Perea, palaciego de 37 años, se proclamó hace unos días campeón andaluz de aeromodelismo, una disciplina deportiva respaldada por la Feada (Federación Andaluza de Deportes Aéreos) con un seguimiento singular en Los Palacios y Villafranca, el mismo pueblo desde donde su tío abuelo, Ramón Perea, hace más de medio siglo, no solo consiguió fundar el Club de Radio Control Sevilla –uno de los primeros de toda Andalucía–, sino despertar la afición entre unos cuantos jóvenes que, aunque entonces no pasaron de los bravos motores de gasolina volando en círculo, inocularon el mismo gusanillo hereditario en las nuevas generaciones. «Yo me compré mi primer avión con 14 años, aunque no lo volé hasta los 17», recuerda Emilio. En esos tres años, fue consiguiendo lo necesario para que aquella enorme maqueta que lucía estática en su cuarto pudiera emprender el vuelo: un motor y un equipo de radio control. De modo que convertirse, 20 años después de su primer vuelo, en campeón de Andalucía, significa para él y para sus compañeros del Club Radio Control Los Palacios toda una proeza que solo aficionados de la talla de Manuel Anaya valoran en su justa medida. «Yo se lo debo todo a Manuel», reconoce Emilio. «Si no llega a ser por él, que nos ha llevado de la mano a mí y a otros en quienes vio capacidades, no hubiera conseguido esto». Manuel Anaya, pese a su juventud, parece en Los Palacios una institución en aeromodelismo, comparable a Ramón Perea en su época. «Nos ha enseñado y dado todo lo que tiene, altruistamente, y siendo una eminencia a nivel nacional», reconoce Emilio, que valora la solidaridad que impera en su ambiente; hasta el punto de que el campeonato andaluz, que tuvo lugar en Utrera, lo ganó hace dos domingos con el avión que le prestó el también concursante Rafael Aguilera, que quedó tercero con un avión mejor. «Es que el mío lo estrellé una semana antes en un entrenamiento», explica. En rigor, el peligro de una máquina de siete u ocho kilos volando a varios kilómetros por hora y que se pierde por las nubes o planea sobre nuestras cabezas en cuestión de segundos siempre acecha. «Basta con cualquier problema mecánico», advierte este piloto campeón con su radio control en la mano, su vista en el espacio, concentrado en las piruetas que obliga a realizar a su avión: un looping que describe una maniobra circular completa, un himerman que trae la máquina en semicírculo perfecto para hacerla despegar de nuevo, en ángulo de 45º, un triángulo en lo más alto, la caída repentina de un ala, una barrena a cuchillo... «Estas son las cosas que nos gustan hacer a los pilotos; hacer pasaditas bonitas con el avión nos aburre un poco ya», sonríe. 15669908 Desde luego, el campeonato andaluz se gana al demostrar control absoluto en cuantas acrobacias se exijan. El programa consta de cinco mangas, solo dos de las cuales son conocidas y previamente entrenadas. Los otros esquemas, con todas las complicaciones imaginables, se conocen en el momento de la prueba. La última es un espectáculo aeromusical que pone a bailar al avión en el cielo mientras el público «lo disfruta de lo lindo», recuerda Emilio que ocurrió en el colofón del campeonato que le da ahora alas y más ambición. «Después de ganar esto, no descarto acudir a más campeonatos autonómicos y, según me vea, plantearme concursar a nivel nacional», se ilusiona este palaciego que entrena casi a diario, especialmente durante los últimos seis meses dedicados a preparar el campeonato que acaba de ganar. «Una vez que esto te atrapa, encuentras siempre el tiempo necesario para entrenar», cuenta Emilio en la pista de la finca El Palmar donde el club palaciego lleva décadas practicando y conviviendo. «Cualquier viernes o sábado llegamos aquí a las cuatro de la tarde y estamos volando hasta que se va la luz», dice. En el club apenas hay una treintena de socios, pero muchos fines de semana concurren en la pista, de titularidad municipal y en régimen de alquiler, pilotos de cualquier punto de la región «porque el buen ambiente que encuentran aquí no lo hay en ningún sitio», presume. Allí se llevan sus maquetas más o menos grandes, sus aviones bimotor, sus modelos bélicos o de pasajeros, pero también sus paellas o sus gazpachos y sus ganas de convivencia amistosa. En este sentido, cada mes de octubre celebran el Tomate Air Meeting, que reúne a pilotos de toda España en torno al vuelo de sus maquetas y el disfrute del alabado tomate palaciego. Precisamente, hace dos meses firmaba el Ayuntamiento palaciego con el Club Radiocontrol Los Palacios un convenio para regular el uso de una finca que, hasta el año pasado, era cedida y que ahora que el resto de la misma se alquila a agricultores para que exploten las tierras que estaban baldías también los pilotos han de pagar 700 euros anuales por la utilización de estas dos hectáreas. El club se compromete a destinarla, como hasta ahora, al uso de la práctica del aeromodelismo así como para la organización de campeonatos de carácter autonómico y nacional. El día de la firma, el alcalde palaciego, Juan Manuel Valle, recordó que el Consistorio «está inmerso en la creación de una estrategia de desarrollo turístico integral para Los Palacios en la que se pondrán en común todos los elementos que puedan servir de reclamo», desde la práctica de distintos deportes a sectores como el gastronómico, entre otros.

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