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Campeonas

También me impresionan las cifras pagadas por el presidente madridista para hacerse con activos futboleros y jugar al despiste de su propia fortuna y derrota empresarial, regodeada en el charco del pelotazo, sin que, al parecer, le conmueva la situación de muchísimos...

el 16 sep 2009 / 04:20 h.

También me impresionan las cifras pagadas por el presidente madridista para hacerse con activos futboleros y jugar al despiste de su propia fortuna y derrota empresarial, regodeada en el charco del pelotazo, sin que, al parecer, le conmueva la situación de muchísimos aficionados soportando penurias. Por eso, no me impresionan las caras iluminadas de los deportistas mirando al cielo, no se sabe si a sus antepasados o a lo más alto de su cuenta corriente, cuando suenan las notas de su himno que también debería resonar cuando acuden a los paraísos fiscales en donde algunos depositan el precio de su patriotismo. No hay dinero sin himno, ni copla patriótica, por muy mala que sea, que no acompañe a los nuevos héroes de esta sociedad descompuesta. Pero, no siempre es así. En un rincón del Pub Flaherty, en la balompédica calle de los Alemanes, cuelga un diploma conmemorativo. Gerry, su propietario, representó a España, y además fue su portaestandarte, en el Campeonato europeo de abrir ostras de Galway. Curioso, un irlandés y sevillano, representando a España -perdonando la poca ayuda que dimos a su emancipación del inglés, tras el fracaso militar español en Kinsale-. Quedó bien: abrió treinta y dos ostras en el tiempo señalado, dejando el pabellón en un notable puesto europeo. Y todo sin himno, ni copla resaltado la roja gloria ostrera de España, ni la furia bovina, ni la bravura de los rojos ostreros hispanos. (En un aparte insiste que no compitió en comerlas, cuya plusmarca está en dieciocho docenas).

El Pali padre (como los Machado) y el Pali hijo hubieran representado a España con el mismo brillo. El padre, en el vecino Arenal, ganó el campeonato de torrijas. Se comió cerca de dos bateas. Cuenta la crónica que, seguro ya de su triunfo, pidió una boba y, de recochineo, la abrió por la mitad, la mojó en el enmelado y se la jamó. Su hijo, se comió un lebrillo de papas aliñás con un número indeterminado de coca colas por lo cual fue ingresado en Algeciras por donde estaba de bolos con Ortiz Nuevo. De champion. Para más gloria de España.

Licenciado en Derecho y Antropología

aroca.javier@gmail.com

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