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Candidatos europeos

Esta semana ha comenzado la campaña de las elecciones europeas. Escuchando los primeros mensajes uno duda seriamente de que los candidatos a ocupar un escaño en Estrasburgo tengan plena consciencia de lo que implica pretender formar parte del Parlamento Europeo.

el 16 sep 2009 / 03:11 h.

Esta semana ha comenzado la campaña de las elecciones europeas. Escuchando los primeros mensajes uno duda seriamente de que los candidatos a ocupar un escaño en Estrasburgo tengan plena consciencia de lo que implica pretender formar parte del Parlamento Europeo. No se han cumplido todavía 65 años de la liberación de Auschwitz, un dato que nos puede servir como paradigma de la necesidad de contemplar nuestra realidad con perspectiva y bajo las enseñanzas que nos dicta la Historia. Europa, un territorio que secularmente se ha caracterizado por ser campo de innumerables guerras, vive, desde hace más de medio siglo, un periodo de paz y prosperidad jamás conocido en toda su historia, sólo inquietado por este último año de profunda recesión.

Con las cenizas aún candentes de la Segunda Guerra Mundial, una guerra que sobre todo fue europea, algunos países del Viejo Continente decidieron comenzar un camino juntos. Con un enfoque pragmático y posibilista, a través de las diferentes Comunidades, se crearon vínculos económicos a los que paulatinamente, con paso lento pero seguro, se fueron sumando logros político-institucionales.

La nueva realidad económica y política surgida en Europa en la segunda mitad del Siglo XX ha posibilitado la mayor época de bienestar para las sociedades europeas. Y, a pesar de los avances producidos, el marco normativo e institucional existente ha quedado insuficiente para poder abarcar las expectativas de los ciudadanos de nuestro continente. La Unión Europea, que nació asociada a la idea de un mercado común, necesita avanzar en su estructuración para poder convertirse en una auténtica comunidad política democrática.

Por ello, se precisa, entre otros logros, profundizar en la codecisión como procedimiento legislativo ordinario, lo que, sin duda alguna, dará mucho más protagonismo al Parlamento Europeo. Igualmente, la Unión Europea ha de reafirmar sus políticas de cohesión económica, social y territorial y su disposición a emprender acciones encaminadas a reducir las diferencias entre los niveles de desarrollo de las diversas regiones con la finalidad de eliminar el retraso de algunas de ellas. Con ello, se podrá seguir avanzando social, económica y culturalmente, de una forma integrada en la organización política que posibilita, como jamás ninguna otra lo ha conseguido en la Historia, la existencia de una sociedad en la que las mujeres y hombres disfrutan de las más altas cotas de libertad, igualdad y justicia.

Ante la trascendencia del papel que juega la Unión Europea, resulta muy poco gratificante, si no desesperadamente frustrante, escuchar a los candidatos cómo vociferan eslóganes que sólo se entienden en clave nacional y estimula, al menos, apreciar que Europa se está consolidando como realidad política incluso a pesar del poco interés de algunos de los que aspiran a liderarla.

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