Cantera cofrade utrerana del mes de mayo

Niños y jóvenes volvieron a animar las calles de Utrera un año más con los tradicionales ‘pasitos’ de cruces de mayo.

Una niña de mantilla anima a dos de los pequeños costaleros de Utrera. FOTO: Salvador Criado Una niña de mantilla anima a dos de los pequeños costaleros de Utrera. FOTO: Salvador Criado Hace pocos días que terminaba la Semana Santa, pero ayer volvieron a salir pasos a las calles de Utrera, a escucharse de nuevo marchas procesionales, a verse capataces, costaleros e incluso mantillas. Es una escena que se repite cada año por estas fechas, con motivo del tradicional certamen de cruces de mayo que organiza el grupo joven de la hermandad de los Estudiantes de la localidad. El futuro de las cofradías pasa, en buena medida, bajo las trabajaderas de los originales pasitos que forman parte de este simpático evento. Los niños –y también sus padres– disfrutan entusiasmados haciendo sonar el llamador de su paso, realizando levantás al cielo, y queriendo imitar las formas de andar que protagonizan las imágenes de sus respectivas hermandades. Hay algunos que apenas levantan medio metro del suelo, pero que caminan como si fueran verdaderos profesionales; y también hay otros que se van acercando a la mayoría de edad. Cada uno a su manera pone en la calle el trabajo de bastante tiempo –de los niños, pero también de sus familias–. Existen pasos unipersonales y otros en los que hay casi una decena de costaleros. Los hay con monte y cruces cubiertas con flores de tela, de papel o naturales. Hay algunos que se mueven con ruedas y otros que tienen una cuerda en su delantera para enderezar el camino de los costaleros. Cada pasito es, como suele decirse, de su padre y de su madre, pero todos salen a la calle con el mismo entusiasmo. En esta peculiar procesión que se inicia en el colegio salesiano pueden verse hasta cruces de guía y varas caseras, niñas ataviadas con mantilla, costaleros con su faja y su costal, capataces pasando calor con el traje de chaqueta, así como un sinfín de estampas puramente cofrades. Y no falta ni la música, que se hace sonar mediante los reproductores que algunos de esos pequeños pasos introducen bajo la canastilla. DESDE PEQUEÑOS. Todo esto es lo que se repite cada mes de mayo en la ciudad de Utrera, desde hace más de tres décadas. Esta cantera cofrade se afana en preparar sus pasos para que luzcan a la perfección. En las semanas previas, incluso es posible ver a muchos de ellos ensayando para que todo salga con normalidad en el día correspondiente. Algunos pequeños, cuando amanecía este sábado en la ciudad, y casi sin haber conciliado el sueño en la noche anterior, preguntaban a sus padres cuánto quedaba para vestirse de costalero y salir a la calle. Ni siquiera el calor reinante al comienzo de la tarde –lo que mermó público en la calle, frente a la masiva asistencia de otras ediciones–, hizo frenar las ganas de los chavales de demostrar al pueblo de Utrera que las nuevas generaciones vienen con fuerza y que, desde pequeñitos, saben qué es un costal o una chicotá, están familiarizados expresiones como «¡a esta es!», y conocen la forma en que debe moverse una cuadrilla de costaleros –aunque a algunos de esos pasos, a veces, les costara trabajo caminar en la dirección adecuada–. Con ese entusiasmo desbordante, llegaban momentos como el discurrir por el Niño Perdido, la antigua judería de Utrera, que es el punto más destacado del recorrido programado por la organización. Y es que el hecho de discurrir por esta preciosa zona de la ciudad supone para los chavales algo similar a adentrarse en una improvisada carrera oficial. Por ello, los más grandes se afanan en no rozar en las paredes o en el arco de esta calle peatonal, mientras que a los más pequeños les recuerdan sus padres que hay gente que está pendiente de ellos y que tienen que hacerlo estupendamente. Todo esto despierta el entusiasta aplauso de los familiares, amigos y utreranos en general, que premian de esa forma estas especiales chicotás de la cantera cofrade. Así discurrieron los 25 pequeños pasos que este año se han inscrito en este certamen que ponía su fin en la plaza del Altozano. Allí todos los participantes recibieron un trofeo a modo de recuerdo de esta peculiar estación de penitencia que vive cada año la localidad en el mes de mayo. Esto demuestra la fuerza que trae la cantera cofrade de Utrera. Si todo sigue así, hay Semana Santa para rato.

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