No hay peor ciego que el que no quiere ver. Y el que no vea las tremendas carencias que tiene este Betis a poco que se le constipen cuatro o cinco jugadores sólo ha de repasar el video del partido de ayer ante el Athletic, que dejó sin argumentos a muchos que reivindicaban una oportunidad.
Era la ocasión idónea para un buen número de jugadores que habitualmente no gozan de minutos y más de una vez se habían quejado de la falta de confianza del entrenador, que ayer vio reforzados sus argumentos -es el que menos mueve el banquillo de la categoría, precisamente por eso- con el pésimo nivel ofrecido por un equipo plagado de futbolistas poco habituales a causa de las bajas de varios de los titulares, sobre todo en la medular y en la zona de definición, donde cada vez se echa más en falta a lesiondos de larga duración como Edu o Mark González, cuyas ausencias suponen un drama en una plantilla tan poco profunda como la del actual Betis.
Si el centro del campo dicen que es el alma de un equipo, el Betis jugó ayer sin alma, pues las bajas de Marco Aurelio, Emana y Capi -que se cayó a última hora por culpa de una gripe- lo dejaron bajo mínimos en la zona de creación, donde Rivera, Arzu y Juande hicieron lo que pudieron, que fue bien poco ante los leones que adiestra Caparrós, que también sufrieron bajas de consideración en el transcurso del partido, pues a los 12 minutos se tuvo que retirar David López y a los 21 Murillo, ambos lesionados de manera fortuita en sendas carreras con Juanma, el único en las filas béticas con algo de desborde. Así que a desgracias, empatados.
como ante el recre. Nada que ver el ritmo del partido con el que acostumbraban imprimir los béticos esta temporada de la mano de Aurelio, Capi y Emana. Si acaso pronto empezó a parecerse al de la infausta primera jornada ante el Recre, saldado con idéntico resultado al que se llevaron ayer los bilbaínos, que no ganaban un partido lejos de San Mamés desde que lo hiciera en el mes de mayo en La Condomina.
Ayer los béticos, escuálidos de fútbol, no encontraron la manera de librarse de la pegajosa presión de los cachorros de Jokin Caparrós, que vivieron una primera parte plácida e hicieron saltar la banca al filo del descanso, tras un córner que despejó mal el meta Casto y permitió un segundo centro de Susaeta y un remate franco de Javi Martínez, a placer, que torció definitivamente una noche que había empezado a torcerse en el Vicente Calderón, cuando Marco Aurelio y Emana vieron esas tarjetas que les inhabilitaban.
los cambios. A Chaparro se le podía discutir la alineación titular, por la carencia de delanteros natos -Sergio García no lo es, ayer volvió a dejarlo claro-, pero es que tras el descanso salieron todos los que quedan en el plantel -Pavone, Xisco y Jose Mari- y la apuesta sólo sirvió para constatar que donde mejor están es ahí sentados, junto al entrenador.
Apretó algo más el Betis en el segundo periodo, favorecido por el repliegue a conciencia de los bilbaínos, pero en todo momento se mostró huérfano de fútbol e incapaz de llevar peligro hacia la meta de Iraizoz. Hasta estuvo más cerca el Athletic del 0-2 (Ion Vélez en el 69', Etxeita en el 70') que el Betis del 1-1, pues a ninguna de las múltiples faltas que se botaron cerca de la frontal supieron los de Chaparro sacar provecho, y en la ocasión más clara de la noche, la única hilvanada con algo de sentido, el argentino Pavone quedó retratado tras una buena asistencia de... ¡Juanito!. Y así, casi sin pedirlo, Caparrós se fue con otro buen aguinaldo del Ruiz de Lopera. Y van...