En Las Cabezas de San Juan, municipio que orilla el antiguo lago Ligustinus y por donde los caracoles proliferan por derecho histórico, han perdido la cuenta ya de cuántos kilos se han consumido desde que comenzó la I Ruta del Caracol a comienzos del mes de mayo. La iniciativa, de la Asociación de Empresarios (AECA) y el Ayuntamiento, ha contado con el entusiasmo de 50 bares y restaurantes de la localidad que la han secundado, ofreciendo a lo largo de 31 días, medio centenar de formas de guisar y presentar este exquisito plato que ya descubrimos los seres humanos allá por la Edad de Bronce.
Según la AECA, con esta primera edición de la ruta, "se pretende fomentar el consumo de este producto típico de nuestra tierra y la dinamización económica del sector hostelero". Desde luego en los bares es difícil que en esta época del año un cliente no pida, antes o después, su tapita de caracoles. Además participan en un sorteo de 200 euros tras votar la tapa de qué establecimiento les ha parecido más sabrosa. También existe un incentivo de 300 euros para el bar que resulte ganador por aclamación popular y designado como el mayor experto de Las Cabezas en ofrecer caracoles.
Para unos, los caracoles son un manjar irrenunciable; para otros, algo más parecido a un vicio interminable, como las pipas. Los romanos, que creían ambas cosas, les atribuían propiedades muy beneficiosas contra la tos y los males estomacales. Hoy en día, como es un plato típico de la primavera tardía, es ideal como alimento saludable dado su bajo aporte de calorías (100 gramos de carne de caracol, y ya es decir quitando las conchas, sólo aportan unas 70 calorías) y su alto contenido en proteínas y minerales. En Las Cabezas están de moda hasta este martes.
