-¿Cómo sale el público de una obra que muestra el drama del paro?
-La obra tiene más de 20 años, pero parece que fue escrita ayer. Cuenta la peripecia de un grupo de vendedores inmobiliarios que son sometidos a concurso de ventas: el que más venda gana un coche, el segundo, un juego de cuchillos, y los demás se van a la calle. A partir de ahí, los personajes entran en una carrera salvaje por vender más que el otro. Pero al público le produce un efecto catártico, porque ve cómo los personajes dicen a sus jefes las barbaridades que a ellos les gustaría decirles a los suyos y no se atreven, y eso libera.
-Usted estudió Arquitectura. ¿Se alegra de haberse dedicado al teatro, a la vista la crisis?
-Sin duda. Aunque no sé qué hubiera pasado de ser arquitecto.
-¿Está peor la construcción o la interpretación?
-La construcción está muy mal, pero la interpretación no está para tirar cohetes. El cine está en crisis y la televisión está sujeta a criterios salvajes de audiencia. El teatro se está convirtiendo en un salvavidas. Hay más afluencia de público que hace años, aunque la crisis está afectando a las giras.
-¿Por qué se escapa el teatro?
-Porque es en directo y no se puede bajar de internet. Cuando una obra es mala, verla es insufrible, pero cuando es buena, el placer que produce es mucho mayor.
-¿Prefiere trabajar en cine, televisión o teatro?
-Prefiero hacer un buen personaje, esté donde esté.
-Pero la fama sí la dan más la televisión y el cine.
-Hacer teatro da respeto y prestigio. Se cree que el actor de verdad es el de teatro. Yo no estoy de acuerdo, aunque mi carrera es mayoritariamente teatral. Hay actores que nunca han pisado las tablas y son magníficos. Al final lo que te da más reconocimiento es el conjunto de tu carrera.
-Ahora está usted en racha. Arte, El método Gronholm, esta obra y pronto estrena una teleserie sobre la duquesa de Alba.
-Sí, es una miniserie de dos capítulos que se ha hecho con mucho rigor y cuidado. Parece de la BBC. Cuenta la historia de esta mujer, desde que nace hasta el 78, cuando se casó con Jesús Aguirre, y su lucha contra las normas dentro del mundo tan rígido como el de la aristocracia.
-¿Ella dio el consentimiento?
-Sí, está al corriente. De hecho, nos dejó rodar en el Palacio de Liria. Nos recibieron ella y sus hijos.
-Tras conocer su historia a fondo, ¿qué le parece el trato que le dan algunos medios?
-Es una pena la utilización que se hace de algunos personajes en los programas del cotilleo. Cualquier situación sacada de contexto nos puede convertir a cualquiera en un friki, sobre todo si somos perseguidos y observados 24 horas al día. Nos podría pasar a cualquiera. Se merecería más respeto.
-Usted ha trabajado mucho con Garci. ¿Cree que es posible que se reconcilie con la Academia como Almodóvar?
-Claro que es posible. ¿No les pedimos a los políticos que pacten para que nos saquen de este lío de la crisis? Dialogando se puede llegar a buenos resultados.
-¿Qué le parecieron los Goya?
-La gala, fantástica. El discurso de Álex de la Iglesia me encantó. El mundo del cine tiene que mirarse menos al ombligo. Somos artistas, pero también trabajadores.
-¿Se jubilará en el teatro?
-Eso espero. Y hacer de abuelo, porque ya he sido hijo y padre.
-¿A los 65 o los 67?
-En esta profesión eso nos afecta poco. Estamos hartos de ver actores mayores que trabajan y no sólo porque les guste. Es difícil cotizar en esta profesión y tener una vida laboral completa.