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Carme Chacón hace historia

A los varones de mi generación nos cuesta mucho trabajo y no poco esfuerzo intelectual aceptar como hecho cotidiano que la mujer y el hombre deben estar en plano de igualdad. Nacimos y hemos sido educados en una sociedad en la que la discriminación femenina era palmaria...

el 15 sep 2009 / 03:15 h.

A los varones de mi generación nos cuesta mucho trabajo y no poco esfuerzo intelectual aceptar como hecho cotidiano que la mujer y el hombre deben estar en plano de igualdad. Nacimos y hemos sido educados en una sociedad en la que la discriminación femenina era palmaria: los hombres estudiaban carrera y las mujeres a sus labores. De manera muy especial Andalucía -puebla de las mujeres- era, y continúa siéndolo en gran medida, la reserva costumbrista de una manera de entender el papel de la mujer sólo comparable a la de nuestros vecinos de la otra orilla del estrecho. Quien de nosotros, hombres de cincuenta para arriba, diga que no vive rodeado de tics machistas, o no dice la verdad o quiere engañarse a sí mismo.

La arriesgada apuesta que ha hecho Rodríguez Zapatero no lo es más que si hubiera optado por un Gobierno de solo hombres. A estas dignísimas señoras que toman asiento en el Consejo de Ministros, habrá que juzgarlas por sus obras, y de su gestión deberán dar cuenta en las Cortes Generales, exactamente igual que sus colegas masculinos. Esos malos modos de encarar la condición femenina se han puesto de manifiesto, se diría que de manera apoteósica, con motivo del nombramiento de nueve mujeres para el Gobierno, con argumentos que parecen salidos del macizo de la raza y de la más pura tradición carpetovetónica. Lástima que el maestro Luís Carandell no esté ya entre nosotros para incorporar a su Celtiberia algunas de las joyas que se han publicado y escuchado estos días, dirigidas muy particularmente a Carme Chacón, flamante ministra de Defensa.

El Ejército español ha sido un prodigio de renovación desde la transición a nuestros días. No hace más de un cuarto de siglo anidaban aún en los cuarteles los piojos que trajeron las cabilas africanas durante la Guerra Civil y los herrumbrosos mauser que te desollaban el hombro durante la instrucción. Cómo no recordar aquel hediondo campamento de Viator, hoy sede de la modernizada Legión, o aquellas mulas famélicas en los campos de maniobras. Nada que ver. Hoy no huele a Zotal en los acuartelamientos ni se come rancho, aquel que debía ser el mismo que el de las tropas del Gran Capitán.

Esa formidable renovación está barriendo de los Ejércitos los últimos residuos de machismo, y la prueba es la cada vez mayor incorporación a sus filas y a sus mandos de multitud de mujeres que en otro tiempo se hubieran dedicado en exclusiva a sus labores. El paradigma de esta nueva situación ha sido la llegada de Carme Chacón a un puesto sólo ocupado por hombres en nuestra historia militar. Incluso quienes teníamos dificultad antropológica para entenderlo debemos felicitarnos y asumir de una vez por todas que lo de antes no era normal.

Aunque no debemos extrañarnos de que todavía en las barras de los bares, en los casinos de los pueblos y, en general, en la incombustible caverna ibérica, resistan acantonados machadianos personajes que embisten cuando se dignan usar de la cabeza.

Periodista

gimenezaleman@gmail.com

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