Cultura

Carmona toma la alternativa alentado por el cariño de los suyos

Lástima que Manzanares y El Cid no escogieran el encierro de la Gloria que el pasado viernes quedó casi inédito en la primera de la feria de Osuna, le habrían cortado todas las orejas. Prefirieron una esmirriada corrida de Manolo González que, a pesar de todo, también tuvo sus posibilidades. (Foto: Francisco Aguilar)

el 15 sep 2009 / 05:00 h.

Lástima que Manzanares y El Cid no escogieran el encierro de la Gloria que el pasado viernes quedó casi inédito en la primera de la feria de Osuna, le habrían cortado todas las orejas. Prefirieron una esmirriada corrida de Manolo González que, a pesar de todo, también tuvo sus posibilidades. Lo que sí fue una pena grande es que el peor lote del envío fuera a parar a manos de Manzanares, que no cejó en su empeño de triunfar y poder a sus dos toros para certificar su rango de figurón en ciernes. Su faceta de diestro poderoso y capaz fue de la mano de la enorme calidad que atesora para imponerse a dos toros remisos, que se quedaron siempre cortos y que acabaron dando cabezazos.

El Cid sorteó en primer lugar un toro que se tronchó en el caballo. El diestro de Salteras, después de la devolución de trastos, se lo llevó a los medios para basar la faena en su fundamental mano izquierda. A pesar de la movilidad y la nobleza del animal, le faltó algo de fibra y humillar más en el remate de los muletazos para que el toreo de El Cid hubiera encontrado eco. Una serie por la derecha, en la que no hubo ninguna colaboración, terminó de desengañar a Manuel, que sin haberse roto nunca, echó abajo a su oponente de una estocada defectuosa que puso en sus manos una oreja que no hará historia.

Más contenido tuvo lu labor al cuarto de la tarde, que se desplazó siempre más y mejor por el pitón izquierdo, lado en que el diestro de Salteras volvió a basar su faena, logrando un puñado de muletazos largos y templados, muy bien dibujados, a pesar de que el toro no llegó a entregarse nunca de verdad. Dio la sensación de que a El Cid le vino demasiado chica la papeleta, que resolvió con la gorra, después de la pletórica actuación del pasado jueves en la feria de San Isidro. Al diestro sevillano le van mejor los grandes compromisos.

El mismo festejo sirvió para que el diestro local Ángel Luis Carmona tomara la alternativa arropado incondicionalmente por sus paisanos. Llegó con escaso bagaje a su doctorado y se marchó con mucha menos proyección. El toro de la ceremonia, de excelente fondo Núñez, de franca nobleza y calidad en sus embestidas, era un caramelo demasiado delicado para unas manos inexpertas, para un muchacho al que le faltó decisión y recursos para reivindicar un hueco entre los matadores.

Mucho más determinado a triunfar, salió para despachar al sexto. Bulló con el capote, y volvió a entusiasmar a sus vecinos en un quite por altaneras. Con la muleta fue otro cantar. El toro, que se rebrincaba siempre que no se acertaba a templarlo, sí rompió hacia delante cuando el toricantano acertó a serenarse, atornillar los pies y tirar de él en una serie que fue lo mejor de su actuación. Los tendidos lo festejaron como un auténtica revelación pero el trasteo volvió a perderse a la vez que los ursaonenses pedían las dos orejas para este nuevo matador que se enfrenta a un panorama más que complicado.

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