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Cartuja 93 ya asoma la patita

el 15 sep 2012 / 18:55 h.

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Un pequeño breve el 12 de septiembre de 1992 en las páginas especiales de la Expo 92 de este periódico daba cuenta de una gran angustia:_era el último mes de trabajo para todo el personal de las oficinas de los pabellones, para las azafatas, los camareros... hasta para Curro, esa mascota que se encerró en su casa el 12 de octubre de 1992 y no volvió  a salir hasta el 15 de mayo de 2011.

Y aunque los dos sindicatos mayoritarios (UGT_y CCOO) salieron un día después a ofrecer una tranquilizadora visión global de ausencia de conflictividad social y de normalidad casi absoluta en la Cartuja, desde el bluff del Kangaroo pub los periódicos habían ido destacando cuanta excepción se produjo de picaresca empresarial, espantás e impagos -hubo varias huelgas en la Cartuja-, como fue el de los salarios adeudados en Rocky Mountain, el conflicto de la Ibense con la organización de la Expo... por citar dos ejemplos en medio de unas páginas de hemeroteca que a ratos da la impresión de que el encuentro universal se había vuelto la cueva de Alí Babá.

Entre tanto la sociedad Cartuja 93, que ya existía, va moviendo hilos para salvar este o aquel pabellón, derribar los otros... el mundo seguiría girando el 13 de octubre y en la opinión pública preocupaba mucho el ejemplo de anteriores exposiciones universales por todo el ancho mundo en las que de su recinto solo quedaba un solar y de su efervescencia económica un espejismo. Nadie quería que eso acabara pasando en Sevilla en el año 1993, que se notara que el tejido de la ciudad había aprendido algo de los errores de muestras anteriores.

Si bien en eso de preocuparse por el futuro siempre han gustado los expertos. Quizá porque cuando uno hojea sus predicciones 20 años después se tiene que reprimir una sonrisa. El día 9 de septiembre todo un plantel de ellos, un poco en plan La Expo no sólo gana por guapa, también responde preguntas profundas, presentó el libro En el umbral del Tercer Milenio. La reina Sofía presidió tan solemne acto.

"A menos que el hombre abandone sus deseos de poder, la Humanidad tendrá problemas muy graves", sentenció el director de este comité de expertos, Santiago Grisolía, como resumen de ese libro que a lo peor sólo leyó él.

Pero como ya decía y hacía Napoleón, "cuando quiera que un problema no se solucione nombre una comisión de expertos". Y así estamos 20 años después, con buena parte del mundo amargado por los deseos de poder de unos pocos que han llevado a la crisis. ¿Decía que uno sonreía al leer estos oráculos en 2012?

Bueno, si volvemos a 1992 algunos poderosos todavía tenían un pronto benefactor, como el potentado árabe que dejó el 10 de septiembre una propina de 50.000 pesetas (300 euros) a la azafata que lo acompañó por el pabellón de España y de 4.000 (24 euros) al camarero que sirvió una copa a sus guardaespaldas.

Pero estos arrebatos de ingenua solidaridad se mezclaban en una bola de nieve cada vez más grande y fangosa de la factura de la Expo. En el periódico del día 15 el propio Jacinto Pellón, presidente de la muestra, reforzaba sus posiciones más que las explicaba sobre el estado de cuentas y el abultado déficit que, meses después, se conocería:_"No sé que significa el saldo cero". La tensión se palpaba: un par de días antes el Ayuntamiento de Sevilla, entonces en manos de Alejandro Rojas Marcos (PA), aprobaba homenajear a todos los responsables de la Expo, excepto a Pellón. Comenzaba su ostracismo.

Con la otra cara del argumentario para afrontar el interrogatorio periodístico Pellón anima a la gente a la traca final de la Expo: "Una buena fiesta a nuestro estilo, si me dejan terminará en la madrugada". La rueda de prensa concluyó con su petición de apoyo para Cartuja 93, el enésimo síntoma de fin de fiesta que, sin embargo, pasaba desapercibido para los miles de visitantes.

Esa semana el público completó la cifra redonda de los 30 millones de visitas -la agraciada se llamaba Mercedes Aparicio, una mallorquina de 26 años que ganó el premio con su marido tras haberse pasado la noche anterior de marcha por la ciudad con su flamante esposo- y tuvo entre sus platos fuertes la sardinada del pabellón del País Vasco con ejemplares recién traídos del mítico Santurce:_nada menos que 40.000 raciones acompañadas con 5.000 litros de txakoli. No duraron un suspiro.

Y es que septiembre se estaba consolidando como el mes más masivo, con las previsiones desbordadas, con 350.000 entradas al día -el equivalente a provincias españolas enteras, como la de Huelva- o el récord del pabellón de la Cruzcampo del día 16: 15.329 cervezas vendidas, o lo que es lo mismo, 7.000 litros del líquido (y rubio) elemento refrescante.

Las visitas ilustres (ya se ha mencionado a la reina) se completaron el día 14 con el príncipe Felipe y el escritor Juan Goytisolo. Mientras que el intelectual quería que los españoles se preocuparan por la olla a presión de los problemas sociales en Marruecos (más que nada, porque por la proximidad geográfica pueden estallar en la cara), éstos estaban más pendientes de pillar juntos al heredero de la Corona y a su novia, entonces Isabel Sartorius. Los dos estaban en Sevilla, pero de aparecer juntos por la Isla de la Cartuja nada de nada.

Como signo de que eran otros tiempos el pabellón de Castilla y León exhibía con orgullo una cabra cazada en esas tierras por el rey Juan Carlos I. En 1992 ese gesto causaba admiración en la opinión pública y en la publicada, como gustaba de distinguir al entonces presidente del Gobierno, Felipe González. Nadie (bueno, muy poca gente y sin influencia) veía mal las aficiones cinegéticas del monarca que había contribuido a traer y asentar la democracia.

Mucho más que al fugaz Felipe de Borbón -los guardaespaldas solo dejaron acercarse a un niño  para el autógrafo- disfrutaron los sevillanos y sus huéspedes de la Expo a Imperio Argentina.

A sus 82 años sacaba todavía fuerzas de sobra para encandilar a los amantes de su género con el musical Azabache, pero, humilde y con tablas para el escenario y las entrevistas, explicó en el periódico del día 14 que sólo aspiraba a seguir viviendo. Para sus fans no ha muerto ni han pasado 20 años.  

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