Cultura

Casas Viejas, ¿caso cerrado?

Tano Ramos desvela detalles ignorados de los sucesos de 1933 en una apasionante investigación

el 01 may 2012 / 20:57 h.

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Hasta ahora, los sucesos de Casas Viejas se daban por sabidos: enero de 1933, una insurrección anarquista contra la República, la feroz represión que siguió en la localidad gaditana, la detención y fusilamiento al día siguiente de unos vecinos, y la polémica que precipitó la caída del presidente Azaña. La secuencia formaba parte del imaginario popular español, y así había sido contada por respetables cronistas e historiadores. Hasta que un periodista especializado en tribunales, Tano Ramos, decidió acudir a las fuentes originales del asunto, y se llevó una sorpresa mayúscula. El resultado es el libro El caso Casas Viejas. Crónica de una insidia (1933-1936), una apasionante investigación que obtuvo el XXIV premio Comillas y acaba de ver la luz en Tusquets.

"Lo que descubrí en 2007 fue que en los libros faltaban un montón de detalles", recuerda este veterano profesional de Diario de Cádiz. "Descubrí que Casas Viejas no había permanecido en la memoria histórica por aquellos sucesos, sino por lo que vino después: una investigación parlamentaria que fue objeto de manipulación política, y que hizo caer a Azaña; y el primer juicio al capitán Manuel Rojas, el hombre que dirigió la Guardia de Asalto que ejecutó a aquellos vecinos. Sólo se sabía que hubo un juicio, pero fueron dos: en el 34 y en el 35. Y también pude comprobar que la insidia surgió allí, en Cádiz, pero ¿quién la difundió?"

La tesis que sostiene Ramos, y que desarrolla prolijamente a lo largo de más de 400 páginas que se leen como una novela absorbente, es que los anarquistas -en sintonía contra natura con los monárquicos- formaron parte de una campaña dirigida a aprovechar el drama de Casas Viejas y derrocar a Azaña. "Jugaron un papel lamentable, tanto como la derecha antirrepublicana", señala el autor. "No tuvieron ningún interés en saber la verdad, tergiversaron todo. Un destacado periodista anarquista que estuvo allí, como fue Eduardo de Guzmán, no puedo decir que mintiera, pero sí que tenía tan nublada la mente, estaba tan mediatizado por sus ideas, que no fue capaz de ver lo que ocurría".

También desactiva la versión de Sender. "Es un relato de ficción. Siempre se habla de la coexistencia estrecha entre periodismo y literatura, pero para mí el periodismo debe tener una clara limitación: no puedes inventar nada".

Pero donde Tano Ramos hubo de indagar más a fondo fue en el juicio a Manuel Rojas, en el que el propio Azaña llegó a participar en algún careo. "Antes del juicio, es decir, antes de ser aleccionado por su abogado, el propio Rojas le cuenta al juez instructor que él mismo toma el mando, llega a Casas Viejas y da un escarmiento rápido y ejemplar, y que si no llega a hacerlo, probablemente la rebelión se habría extendido por toda Andalucía".

"Más adelante, en otra declaración", prosigue Ramos, "dice que cumplía órdenes. La cárcel le dio tiempo para pensar. Pero no olvidemos que Rojas es un militar que proviene del ejército español en Marruecos, y la práctica habitual allí era cargarse a todo dios y pegarle fuego al poblado al que llegaran. Y eso trató de hacer en Casas Viejas, de hecho incluso llega a entregarle un mechero al teniente y la orden para que rociara de gasolina todas las chozas. ‘Pero capitán, hemos registrado todas, sólo quedan mujeres, niños y ancianos'. Y logró convencerlo de milagro".

El autor de El caso Casas Viejas fue haciendo un minucioso seguimiento del proceso a Rojas a través de los archivos judiciales y de la prensa de la época, y llega a desvelar el escandaloso desenlace del mismo. "Rojas es condenado en el año 34 a 21 años de cárcel, de modo que la estrategia de culpar a Azaña, en principio, fracasó. Pero el Supremo ordena repetir el juicio, se revoca la sentencia, y en enero de 1936, a través de una argumentación de lo más retorcida, consiguen que la condena quede en tres años. Y como llevaba en prisión preventiva desde marzo del 33, queda inmediatamente en libertad".

Ésta fue otra de las mentiras aceptadas que destapa Tano Ramos: hasta ahora, se había dicho reiteradamente que a Rojas lo habían liberado los sublevados en el golpe del 36. "Cuando queda libre, Rojas sigue en el ejército. El golpe de Franco le pilla en Granada, donde no dudó en pasarse al bando de los falangistas. De todos los implicados en los sucesos de Casas Viejas, es el que mejor parado sale. En el 40 y algo lo encontramos al frente de un batallón disciplinario, eufemismo de campo de concentración, en el Campo de Gibraltar", agrega.

Otros protagonistas no tuvieron un final tan feliz: el director general de seguridad, Arturo Menéndez, fue torturado y asesinado por los falangistas en 1936; dos de los periodistas más objetivos con los hechos, como Luis Díaz Carreño y Fernando Sánchez Monreal, de La Voz y El Sol, fueron fusilados por los golpistas. Al guardia civil José Gutiérrez López, que había salvado a dos de los anarquistas detenidos y había sido el primero en testificar sobre las ejecuciones, lo asesinaron los camaradas de las víctimas, también en el 1936...

Ramos exculpa a Azaña, pero no a la prensa conjurada contra él, y cita expresamente al ABC de la época -cuyos fondos pueden consultarse en internet- a la hora de ocultar y tergiversar informaciones trascendentales. "No es lo mismo que cuentes algo y no aciertes, lo que siempre puede ocurrir en determinadas circunstancias, que mentir a sabiendas", asevera.

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