Cultura

Castella a hombros y Morante de vacío en el coso de Castellón

Morante de la Puebla le puso empeño a su cita en Castellón, pero el que triunfó fue Castella.

el 12 mar 2010 / 20:35 h.

El francés Sebastián Castella abrió la Puerta Grande en la sexta de la Feria de La Magdalena después de cortar dos orejas excesivas a un noble y buen animal de Vegahermosa, el mejor del flojo y desfondado encierro.

A ese toro, de poquito cuajo y cómodo por delante, lo recibió Castella con verónicas aseadas y destacó en un ajustado quite por chicuelinas. Destacaron los pases de pecho, de largo recorrido. Culminó el trasteo con manoletinas y dejó una efectiva estocada entera que desató la petición y la locura generalizada.

No pudo redondearlo en el quinto el francés. El comienzo de faena fue bueno, pero al poco el vegahermosa perdió varias veces las manos y se quedó corto por la ausencia de facultades. Pidió paciencia Castella, que siguió insistiendo entre los pitones con el toro muy parado. Pinchó el francés y, tal y como estaba la plaza, pudo perder algún trofeo.

Morante, en la tarde de su regreso a Castellón tras varios años de ausencia, se hizo presente con una gran media en el remate al primero. Esperaba la gente a Morante y se sentía la expectación en el tendido, pero el toro, con las fuerzas muy justas, obligó a cuidarle al sevillano, dando pausas y respiros al animal.

A base de paciencia y temple, se trabajó Morante una tanda buena por el derecho, pasando al animal con gran temple. Muy por encima el de La Puebla del animal que tenía enfrente.
Al cuarto, muy descastado, rebrincado y desclasado, lo lanceó con suavidad a la verónica aunque sin poder romperse el sevillano.

Luego no tuvo opción con la muleta y abrevió, agradeciéndolo el público.

El tercero manseó de salida y Perera lo intentó por gaoneras. Terminó con carruseles de circulares invertidos. Se atascó con la espada y la ovación fue de consolación porque pudo Perera tocar pelo.

Sí lo consiguió en el sexto, que incluso lo volteó en la faena de muleta propinándole un golpe en la rodilla derecha. Le arrancó una oreja.

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