Local

Catálogo de errores del Sevilla para caer ante el Atlético

El conjunto nervionense, que se adelantó con un gol de Renato, dejó ir el partido en la segunda parte con un autogol de Dragutinovic, la autoexpulsión de Duscher y una falta absurda de Fernando Navarro que originó el 2-1.

el 02 ene 2010 / 21:53 h.

TAGS:

Si el partido que completó ayer el Sevilla en el Vicente Calderón es un guiño al mes de enero que se avecina, agárrense los sevillistas. Si la imagen mostrada ante el Atlético va a tener mucho que ver con el Sevilla 2010, que llegue 2011. El conjunto de Manolo Jiménez firmó ayer uno de sus peores partidos de la temporada, si no el peor, para perder la tercera plaza en favor del Valencia y, peor aún, para confirmar los síntomas que ya despertaban preocupación a finales de 2009. Entonces, ante el Getafe, cayó en casa fruto de los errores defensivos. Ayer superó esa versión con un cúmulo de despropósitos. Papel estelar tienen en esta lamentable actuación Fernando Navarro y Duscher. El primero perdió el balón que originó el gol del empate y forzó la absurda falta que dio lugar al gol de Antonio López en el descuento. El segundo se autoexpulsó de forma absurda, después de regalar algunos balones, un par de ellos de gol, para dejar a su equipo en inferioridad. A ello se le suman como condimentos, entre otos, la inoperancia creativa de Romaric, la desaparición de Negredo o las acciones surrealistas de Koné.

Desde el primer minuto del encuentro quedó claro que si el Sevilla tenía opciones de ganar el partido no iban a pasar por el buen juego ni por la superioridad técnica. No jugó ayer a eso el equipo de Manolo Jiménez. No jugó a ir a por el partido. Tampoco a agazaparse. Ese término medio, ese fútbol control, eso sí, le valió a los nervionenses para pasar una primera mitad tranquila, sin apenas apuros, en la que se encontró antes del descanso con un gol de Renato de cabeza en un saque de esquina (43’). Como hasta entonces se mostraba el Sevilla firme en defensa, aunque nulo en ataque, parecía que esas pocas prestaciones podían valer para sacar el partido adelante, entre otras cosas porque el rival era una amalgama de despropósitos en el que solo Reyes era capaz de hacer algo diferente.

Entre una y otra cosa, la primera parte fue aburrida y lánguida. Un tostón, vamos. Pero el Sevilla se iba al descanso con ventaja en el marcador.

DESPROPÓSITOS. Pero en el fútbol hay jugadas que pueden marcar un partido, y la del empate del Atlético lo marcó. Un balón que esperó y perdió, no se sabe por qué, Fernando Navarro, se convirtió en una pelota de Simao que rebotó en Squillaci, que dejó solo a Forlán y que, tras la parada de Palop, rebotó en Dragutinovic para entrar en la portería. Rocambolesca acción, pero empate al fin y al cabo. Eso se puede achacar a la mala fortuna en cierto modo. Lo que ocurrió a partir de ese minuto 47, no. El Sevilla desapareció. Entró en una vorágine de nerviosismo absurda, sin una causa clara, en la que Duscher enloqueció, empezó a regalar balones y pegar patadas sin sentido, en la que la pelota no le duró nada a los andaluces y en la que el Atlético se comió al Sevilla. Si no anotó algún gol más es porque Forlán tiene el gafe ante los nervionenses.

Con los cambios, sobre todo con la salida de Adriano, logró una tregua el Sevilla. No creó peligro ni disparó a puerta, tónica habitual durante el partido, pero sí tuvo más la pelota y volvieron a aparecer Navas y Perotti, porque Negredo, Romaric y compañía anduvieron desaparecidos.

Pero esa tregua se volvió a romper en el último cuarto de hora merced a la justa expulsión  de Duscher. No lo cambió Jiménez minutos antes, prefirió retirar a un cansado Romaric, y lo pagó caro. El argentino dejó a su equipo con diez (72’) y volvió dar vida a un equipo que no la tenía.

Con todo, con un hombre menos, supo amarrar el Sevilla su punto hasta las postrimerías del encuentro. Entró Lolo por Negredo –ya con Koné en el campo– y no perdió la posición el conjunto hispalense, pese al dubitativo acoso colchonero. Expiraba ya el duelo cuando Koné empezó a perder balones de forma absurda y dio aire y esperanza a los de Quique. La vida se la dio Fernando Navarro con su innecesaria falta que posibilitó el gol de Antonio López (93’), un gol que castiga justamente la pobreza de juego y la racanería sevillista.

  • 1