¿Las relaciones entre Cataluña y España cambiarán a partir de mañana? No. Es la respuesta de los expertos consultados por es-te periódico a pesar de que más de 5,3 millones de catalanes están llamados hoy a las urnas para elegir a los 135 diputados que conformarán el Parlament y al presidente de la Generalitat en uno de los periodos de mayor apogeo nacionalista desde el Franquismo.
Las encuestas aúpan hasta la Presidencia de Cataluña a Artur Mas, el candidato de CiU, rozando incluso la mayoría absoluta (68 escaños). Un partido que durante los 23 años que gobernó en los inicios de la democracia española jamás pronunció la palabra independencia... hasta fines del pasado mes de junio, cuando el Tribunal Constitucional emitió la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña con tres años de retraso.
A partir de entonces CiU y Artur Mas comenzaron a coquetear con la independencia, terreno exclusivo de ERC y un sinfín de partidos residuales sin representación parlamentaria. Mas llegó a proclamar que nada volvería a ser lo mismo entre Cataluña y España, al entender que los poderes públicos habían "cerrado la puerta" a Cataluña. El "país de los catalanes" ya no tenía cabida en la Constitución de 1978, dixit Mas. Entonces faltaban cinco meses para las elecciones y el discurso identitario parecía tan buen instrumento como otro para movilizar a un electorado hastiado por la crisis económica.
Cinco meses después y ya metidos en campaña, CiU, el partido con más probabilidades de ganar hoy, se olvidó del Estatut, aunque sí ha tendido puentes para captar votos de los sectores más catalanista, pero ha rechazado en todo momento la celebración de un referén- dum de autodeterminación por entender que dividiría a los catalanes en dos mitades y llevaría a Cataluña "contra las rocas".
Mas ha evitado pronunciarse sobre si pactará con alguna formación tras el 28-N, aunque el líder de ERC, Joan Puigcercós, le ha ofrecido su apoyo a cambio de que convoque un referéndum de independencia. Algo a lo que el convergente se opone de plano.
Por ello, el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Murcia, Fernando Jiménez, y el catedrático Ciencia Política y de la Administración de la Universidad del País Vasco y director del Euskobarómetro, Francisco Lle-ra, opinan que Mas gobernará en solitario. Llera señala que el líder de CiU lo tendrá fácil para gobernar porque podrá llegar a acuerdos puntuales con las otras formaciones catalanas: "Está en una situación envidiable, por lo que creo que no se embarcará en ninguna aventura extraña". Jiménez es de la misma opinión, "se apoyará en unos y otros, además si supera los 60 diputados podrá gobernar con comodidad".
Sin embargo, el profesor de Historia del Derecho y de las Instituciones de la Universidad Rey Juan Carlos, Bruno Aguilera, no descarta un pacto con el PP de Alicia Sánchez-Camacho. Aguilera basa esta hipótesis en que los populares son conservadores, moderados y ambas formaciones se pueden necesitar -hoy por ti, en 2012 por mí-.
"No hay que perder de vista las próximas elecciones generales en las que es posible que gane el PP, no con mayoría absoluta, por lo que necesitará el apoyo de CiU", argumenta este profesor. Eso sí, aclara que no cree que Mas nombre como consejero a ningún político del PP, "pero es posible que se llegue a un acuerdo como en el País Vasco entre el PSE y el PP". Lo que sí tiene claro Aguilera es que Mas no contará con Montilla, "porque está políticamente acabado tras ocho años de gobierno, que han sido un despropósito, en los que Cataluña se ha hundido en el conjunto de España. Ahora está por detrás de Madrid (como motor económico), cuando nunca ha sido así", remarca.
Sin embargo, en esta campaña el líder de CiU ha tendido la mano al PSC para contar con su apoyo. Un respaldo que podría suavizar las diferencias con el actual Gobierno central del PSOE.
Lo que sí tiene claro Bruno Aguilera es que los vínculos de Mas con el Gobierno central no serán malos tras las elecciones, "tratará de nadar y guardar la ropa, para sacar el mayor partido". También Llera subraya que las relaciones entre Cataluña y Madrid no variarán, "porque CiU sabe que es pieza fundamental en la gobernabilidad española, gobierne quien gobierne. Los catalanes son conscientes de que las relaciones con el Ejecutivo de la nación deben ser buenas para sus propios intereses. A España no le interesa una Generalitat levantista ni a Barcelona un Gobierno dando cerrojazos", sostiene el director del Euskobarómetro. De la misma opinión es el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Murcia, aunque hace una apreciación: "Habrá que esperar a los resultados de las elecciones generales".
Jiménez recuerda que Mas lleva en su programa la reclamación del concierto económico como el vasco, "no sabemos si este discurso ha sido para captar votos o si realmente está convencido de ello, pero esta reclamación es insostenible, por ello los partidos mayoritarios deberían trazar una línea roja hasta qué punto se puede llegar a negociar con los nacionalistas". El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ya anunció el viernes que no habrá concierto catalán.