Cofradías

Cautivo de plata para un pueblo entregado

LOS PALACIOS Y VILLAFRANCA. El Señor del Furraque, con más nazarenos que nunca, estuvo media hora más en la calle.

el 15 abr 2014 / 22:00 h.

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cautivoPalacios[2]Nadie diría hoy que el Cristo con el paso más grande, con más figuras alrededor, con más nazarenos (400) y con más fervor de la Semana Santa palaciega, aun procesionando antes de los días grandes, llegó al barrio del Furraque hace solamente 25 años. Pero la historia es la historia, aunque Nuestro Padre Jesús Cautivo ante Pilatos tenga todavía una historia pequeña en tiempo y enorme en devoción. No en vano, a los pocos años de haberlo tallado Miñarro en 1988 por expreso deseo de un grupo de cofrades de la Hermandad del Cristo de la Vera-Cruz y María Santísima de los Remedios, adonde se integró enseguida como una tercera piedra angular, salió en procesión, solo, en un paso prestado al que apodaron El Barco. No en vano, a finales de los 90 su cortejo de nazarenos había crecido de modo espectacular, lo mismo que el número de palaciegos en la calle un día –el Martes– que parecía hasta entonces una novedad incosistente. Y no en vano, ayer, por primera vez, el Señor al que apuntan con sus lanzas dos romanos mientras un miembro del sanedrín conspira contra Él frente a un poderoso Pilatos sentado derramaba su gracia desde media hora antes de lo acostumbrado, pues la cruz de guía salió al umbral de la capilla de San Sebastián a las 18.30 horas, cuando medio pueblo lo esperaba ya en legítima revancha contra la lluvia que impidió salir hace un año. La Hermandad que dirige José Díaz celebró en 2013 las Bodas de Plata de la llegada del Cautivo. Y ayer, las cinco figuras que completan el Misterio estrenaban sus ropas, mientras que la banda de cornetas y tambores Vera-Cruz, que lo acompañaba luciendo nuevos uniformes, estrenaba la marcha “En mi corazón cautivo”, obra de su director, Antonio Manuel Baquero. El capataz, Domingo Elías, mandaba a sus 54 costaleros con el sosiego rotundo de siempre, atento a cada detalle de los costeros, congratulado por el gentío que percibía de soslayo cuando el paso salía a la luz de la tarde furraqueña, antes de que un aplauso multitudinario pusiera el broche al primer trabajo de unos hombres que combinaron penitencia y arte bajo las trabajaderas hasta la última chicotá con que devolvieron al Señor a casa, a las dos de la madrugada, tras haberlo lucido durante una tarde y noche esplendorosas en las que no faltaba nunca el gentío, la admiración, la emoción, completamente repartidas por el itinerario; no sólo por el barrio de primer impacto –calles Larra, Arenal, Toledillo–, sino también cuando cruzó la antigua travesía.

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