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Cavendish gana al 'sprint'

el 09 sep 2010 / 16:42 h.

Mark Cavendisch celebra su victoria en la duodécima etapa de la Vuelta.

El británico Mark Cavendish (Columbia), el mejor esprinter del mundo, inauguró su palmarés en la Vuelta a España al imponerse por velocidad en la duodécima etapa, disputada entre Andorra y Lérida, de 172,5 kilómetros, una jornada de transición que mantuvo al español Igor Antón (Euskaltel) al frente de la general.

El ciclista de la Isla de Man, de 25 años, tiene en su historial 15 etapas en el Tour y 5 en el Giro. Ha sido el maestro en el esprint en las grandes en las que ha participado, pero le faltaba levantar los brazos en la Vuelta, en su primera participación.

Después de varias etapas inédito, viendo como le ganaban el pulso todos sus rivales, llegó su momento y no perdonó. Lérida vivió el estreno de Mark Cavendish en la única grande que le faltaba en su colección.

"Cav", el chico "malo" del pelotón que siendo juvenil dejó su trabajo en un banco para ser ciclista, ganó con absoluta superioridad, con la ayuda inestimable de su compañero australiano Matthew Goos, que le puso la victoria en bandeja de plata.

Goss le marcó la trazada en la última curva, decisiva para la colocación, y le lanzó hasta la raya de meta, con tal fuerza que dejó el pelotón cortado en plena disputa del sprint. Ambos ciclistas del Columbia cruzaron brazos en alto, con el estadounidense Tyler Farrar (Garmin) intercalado en la segunda plaza.

"Goss es un purasangre. Tiene un cambio de ritmo elevado y ha hecho un trabajo excelente. Ha hecho un trabajo increíble y lo he tenido muy fácil. La victoria es especial porque soy un apasionado del ciclismo, es una emoción grande", dijo Cavendish, quien ya piensa en el Mundial de Australia.

Una jornada de transición que cumplió el guión previsto de llegada masiva, con los favoritos a buen recaudo después de la batalla de Andorra.

En espera de reiniciar la gresca en las montañas de Asturias y Cantabria, el líder, Igor Antón, conservó el maillot rojo sin sobresaltos, aunque su equipo "tuvo que estar atento" en un trayecto que cumplió una media de 43 kms/hora.

Antón se aproxima a la montaña tranquilo, con la confianza de haber sido hasta el momento el más fuerte y con sus rivales al acecho. El italiano Vincenzo Nibali (Liquigas) le pisa los talones a 45 segundos y Xavier Tondo, empeñado en que el líder del Cervélo sigue siendo Carlos Sastre, es tercero a 1.04. Sin novedad en la lista de los principales.

La Vuelta salió de Andorra con ganas de marcha. En el kilómetro 8 saltaron ya 6 hombres del pelotón: Veloso (Xacobeo), Piedra (Andalucía), Bak (Columbia), Eichler (Milram), Kadri (AG2R) y Quemeneur (Bouygues) y enseguida abrieron distancia. En el grupo siguieron los intentos de despegue, pero solo lo consiguieron tres hombres en el kilómetro 51, Gustavo Rodriguez y David García (Xacobeo) y Marzano (Lampre). Por lo tanto, fuga de 9 corredores.

Por la cima del Col de Bóixols (2a, km 54), única dificultad de la jornada, pasó al frente de los aventureros David García, con una diferencia de 3 minutos, el tope que permitió el grupo, pues en cabeza se turnaron en la operación caza los equipos de los esprinters, especialmente el Footon del portugués Cardoso y el Quick Step del belga Weylandt. El ritmo en toda la jornada fue vivo. La presa no se podía escapar en Lérida y tocaba dar pedales.

A 23 kms de meta se le dio el finiquito a la fuga. Otra etapa sobre la carretera. El Garmin de Farrar agarró el timón y los aspirantes iban asomando. El propio Euskaltel de Igor Antón se asomó al balcón, con el líder al tanto. Su esprinter, Koldo Fernández, no estaba para muchos trotes, con problemas estomacales.

El protocolo del esprint hace mucho que no es patrimonio de ningún equipo, el ciclismo no vive el dominio del Columbia de temporadas anteriores. Ahora la pelea se diversifica. Entró al control el Lampre, ahora sin Petacchi, o incluso la Francaise de Hutarovich. Oscar Freire, sin embargo, se buscó la vida, como siempre, y al menos encontró mejoría con el sexto puesto.

A veces con un lanzador solvente puede bastar, en este caso Matthew Goss. Su último giro señaló la ruta de la victoria a su jefe, Mark Cavendish, que estaba inquieto porque un velocista de su talla aún no se había bautizado en la Vuelta.

Se quitó la losa de encima en Lérida, en un esprint que podrá recordar como uno de los más fáciles desde su debut profesional en 2006. Fue su décima victoria de la temporada. Con ayuda estelar de Goss, que conste.

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