El Gobierno local y el grupo socialista se tendrán que reinventar en el último año del mandato. Monteseirín sólo aguarda una fecha y un destino para dejar la Alcaldía y el que ha sido el principal referente del Ayuntamiento, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, está ya más cerca de la Junta de Andalucía que de Plaza Nueva. Son dos movimientos, provocados por el rumbo trazado por el partido, que no vendrán solos. Por un lado, podrían arrastrar al menos a los principales altos cargos no políticos y al personal de confianza -como Manuel Marchena, Antonio Silva y Alfonso Seoane-, así como a las figuras de los delegados no electos -Emilia Barroso y Maribel Montaño-. Por otro, llevarían aparejados, en caso de seguirse estrictamente el orden de la lista electoral socialista, la entrada de Pepa Loro, afín a Carmelo Gómez, y de Enrique Lobato, dirigente de la Agrupación Miraflores -liderada por Evangelina Naranjo-.
El PSOE tiene decidida su hoja de ruta, y ésta pasa por que el Gobierno de Plaza Nueva se dirija principalmente desde Luis Montoto y desde el entorno del próximo candidato, Juan Espadas. Pero el Ayuntamiento mientras tanto se tendría que reinventar casi por completo. Los entornos de Monteseirín y de Celis hace semanas que se preparan para un inminente fin de etapa y para un liderazgo de la dirección provincial con Rosamar Prieto-Castro como alcaldesa interina.
A partir de ahí, se abre una necesaria reestructuración del Gobierno local y del grupo socialista. El partido debe situar un peso pesado al frente de la Delegación de Urbanismo y reforzar las voces del grupo socialista y del Gobierno municipal sin más margen que los actuales componentes de una Corporación municipal diseñada en pleno pulso entre Monteseirín y Viera en 2007 y de los dos delegados no electos de los que dispone el PSOE, ocupados por la actual portavoz Maribel Montaño y por la responsable de Bienestar, Emilia Barroso.
El Gobierno de Sánchez Monteseirín se inició con tres referentes claros en la Corporación, su tridente. Primero fue Emilio Carrillo quien salió; y ahora le llega el turno a Alfredo Sánchez Monteseirín y a Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, en caso de que se confirme su paso a la Junta de Andalucía -de no ser así en cualquier caso, está abocado a ceder su protagonismo y su liderazgo-. De aquel equipo sólo quedará, en caso de que la desbandada no se generalice, Francisco Fernández, una persona de la estrecha confianza del alcalde, que ya fue incluso su jefe de gabinete durante su etapa al frente de la Diputación.
El resto será prácticamente empezar de cero. El sector crítico, ahora en plena disolución tras el triunfo de la Ejecutiva Provincial, copó los cargos de responsabilidad del Gobierno municipal e incluso frenó los movimientos del entonces minoritario sector vierista para conseguir un mayor peso en el Gobierno. Se puso entonces encima de la mesa un nombre que vuelve a tomar fuerza en estos momentos: Juan Antonio Martínez Troncoso, quien se postulara como portavoz primero y como adjunto después. Dos designaciones que nunca llegaron a formalizarse pese a que el propio José Antonio Viera se las trasladó a Monteseirín. Junto a él, surgen los nombres de Joaquín Díaz -el edil vierista mejor valorado por el entorno del alcalde-, Alberto Moriña, Teresa Florido o la propia Esther Gil, en un papel muy secundario durante los tres primeros años del mandato.
El PSOE tiene no obstante dos bazas que usar. Por un lado, los altos cargos que previsiblemente seguirán la estela del alcalde y del propio Gómez de Celis, con competencias que permiten tomar el rumbo del Consistorio. Por otro, los dos delegados no electos, única vía para introducir en el Gobierno local a dirigentes de peso que dirijan el Ayuntamiento con competencias que van desde el propio Urbanismo hasta la portavocía y la comunicación.
El proceso coge velocidad ahora, y en él será determinante el nombre que se ponga sobre la mesa mañana como nuevo secretario de Organización del PSOE de Sevilla.