Los patosos intentos por tratar de remozar el marco legal de la UE transmiten comprensiblemente una imagen de debilidad poco constructiva pero, si se observa con detenimiento, más adecuado sería decir que la idea de un continente unido ha echado sólidas raíces y, por esto mismo, la complejidad de su funcionamiento ha crecido en paralelo. El mismo ejemplo andaluz muestra que las políticas de la UE no son de mero relumbrón.
Precisamente, Simón Sosvilla, tal vez el mayor experto en la cuestión, acaba de publicar El Impacto de los Fondos Europeos en la Economía Andaluza: 1989-2013, con el objetivo de mostrar cómo las principales variables macroeconómicas de nuestra región se han visto (1989-1999) y se verán afectadas (2000-2013) por las ayudas de la UE. Con tal fin ha adaptado a la economía andaluza un modelo macroeconómico (HERMIN-España), para estimar, por un lado, los efectos de oferta a largo plazo derivados del aumento del capital público, capacidad productiva privada y capital humano que se registran como consecuencia de dichas ayudas, y, por otro lado, los efectos de demanda registrados durante la realización de las inversiones.
Por resumir, la cosa va esencialmente de realizar simulaciones bien respaldadas que permitan comparar la situación efectiva con aquella que hubiese en el caso de completa ausencia de ayudas europeas. Este ejercicio requiere la estimación y proyección, para los años de los que todavía no se dispone de datos reales, de un gran número de variables macroeconómicas (PIB, inflación), pero también demográficas.
En fin, los resultados indican que las ayudas van a terminar suponiendo un incremento medio de la producción real andaluza entre 1989 y 2013 superior a 3.402 millones de euros de 2000, lo que significa un aumento medio en la renta per cápita de 441 euros, colaborando de este modo a la convergencia real con la UE en 2,96 puntos porcentuales en 2013. En lo que toca a la variable empleo, se atribuye al hecho europeo 30 mil empleos más que los que se habrían registrado sin ayudas comunitarias, lo cual se traduce en una reducción media de la tasa de paro de 0,86 puntos. Fruto de combinar estos datos con los anteriores, se apunta a un incremento medio en la productividad del trabajo de 883 euros.
En efecto, los flujos comunitarios han constituido un importante elemento dinamizador de la economía andaluza, colaborando a resolver, en su componente estructural, sus desequilibrios macroeconómicos resueltos, así como a lubricar sus mercados de factores y productos. En fin, como recuerda el autor, el gran impulso, finales de los setenta, a la Europa unida se fraguó paradójicamente en un época de pesimismo y apatía (euroesclerosis le decían) por la pérdida de competencia del continente. Pero esas mismas circunstancias obligaron a un notable esfuerzo de imaginación para compensar y compaginar los intereses dispares a corto plazo de los países miembros. Esos esfuerzos de cohesión han sido un indudable éxito, como ejemplifica el caso andaluz, y deben invitar a un fundado optimismo aun, o justamente, en un periodo de dudas como el actual.
Catedrático de Hacienda Pública. jsanchezm@uma.es