Tras 19 años de gobierno y seis victorias consecutivas en los comicios autonómicos, llegaba la hora de "propiciar el cambio". La razón: hay que mejorar, hay que superarse y hay que "ofrecer un nuevo horizonte" a los electores y a la sociedad andaluza desde las filas socialistas, culminada la "modélica" transición en la Junta.
Apenas tres líneas para resumir, de un plumazo, que "había que hacer el cambio, simplemente, porque era necesario". "Creo que las cosas están claras y no necesitan explicaciones", sentenció, enérgico. No fue hasta 12 páginas más tarde, casi una hora de discurso después, cuando nombró a Griñán. Lo hizo para pedir con contundencia pero sin más florituras que se le otorgue la "confianza" que él mismo ha recibido por parte de la cúpula y de la militancia socialista. "Os pido que toda esa enorme confianza que me habéis dado a mí en todos estos años se la deis igual a Pepe Griñán", dijo antes de que rompieran los aplausos. Rogó que se le dé cariño no por ser su elegido, sino porque su "trayectoria política y personal" justifica su elección. Y si quedaban dudas, el colofón: "La secretaría general es para Griñán porque se la merece él y porque es lo mejor para el PSOE y para Andalucía".
Ni una palabra de bicefalia, de ritmos acelerados, de polémica interna. Su discurso, pasadas esas alusiones a Griñán, fue para dar las gracias a los que lo han arropado en su camino y para alentar al partido a acometer los retos inmediatos. Crisis, se llama el principal. Chaves (voz ronca, ojos empequeñecidos y brillantes, cargados de lágrimas, ya sin guión) se rompió al recordar cómo su familia lo ha arropado en estos años. No se olvidó de nadie: de los alcaldes, diputados y militantes, todos, del médico al jornalero, compañeros socialistas que con su "entrega" y "heroísmo" han levantado un partido de más de 130 años, a los que trata desde 1990. Anónimos, recordó el ya ex secretario general del PSOE-A, pero decisivos. Ahí, más que palabras, había conmoción pura. Aunque sólo sea un pagador de cuota de ahora en adelante (eso, en Andalucía, pues sigue siendo el presidente nacional del partido), "no hay despedida". Chaves prometió que trabajará "a favor de los ideales socialistas desde las filas del partido", en el que lleva 45 años, "toda" su vida adulta. "Contad conmigo como un militante más, porque todos somos necesarios; aquí no sobra nadie", alentó.
Sus palabras (votadas a la hora de la comida y aprobadas por unanimidad de todos los provinciales andaluces) fueron más allá del aplauso, buscando remover al socialismo para mantener el "cambio sociológico y cultural" logrado por Andalucía en los últimos 30 años, pese al vendaval que arrastra dinero y valores. Cambio, siempre ligado al PSOE como mejora y refuerzo, que conlleva también un apuntalamiento ideológico, "porque los andaluces aún se declaran de izquierdas", más allá de las encuestas.
La sociedad exige "más calidad, compromiso y transparencia", dijo, pero también sabe que eso se logra desde el socialismo. Pese a las "dudas profundas", al "cierto ambiente negativo" y a las "dificultades" ciertas, Chaves abogó por un partido que recobre la confianza y supere el desgaste que la gestión en malos tiempos genera. Un esfuerzo en didáctica, en acercamiento a la calle, a la raíz cívica, desde el progresismo. "Tenemos que mostrarle a la gente que compartimos su preocupación, que tenemos el compromiso de nunca dejarlos abandonados. Tenedlo claro, y que lo tengan los ciudadanos: será este partido, será el PSOE, el que saque a España y a Andalucía de la crisis", enfatizó. Dando la cara, apostilló. La clave está en alimentar la "alianza" con el pueblo. Con eso, las encuestas serán papel mojado.