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Chopin bordado

Ludmil Angelov (****)

Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza

Fecha: Lunes 21 de junio de 2010.

Intérprete: Ludmil Angelov, piano.

Programa: Integral de piano  de Chopin, último concierto del ciclo (berceuse, sonata nº 3, mazurkas, barcarola, polonesa-fantasía, nocturnos y valses)

el 22 jun 2010 / 06:39 h.

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Mucho se ha escrito a propósito de la nueva temporada del Maestranza de los recortes en un título operístico o tres conciertos sinfónicos, pero nada acerca del poco o casi nulo uso que se la dará a la sala Manuel García, con cuyos ciclos y citas tanto hemos disfrutado ésta y temporadas anteriores. Anoche presentaba un lleno absoluto, a pesar del partido de la Selección en el Mundial; toda una satisfacción para coronar la celebración del Día de la Música en nuestra ciudad.

Hay sin duda excelentes versiones en el mercado de cada una de las piezas interpretadas a lo largo de estas seis entregas del ciclo, destellos de genio inmortalizados en disco. Pero la constatación, concierto a concierto y año tras año, del pianista búlgaro como especialista en Chopin es algo de lo que pocos pueden presumir.

El contenido crepuscular de esta última entrega de la integral de obras para piano publicadas en vida de Chopin, sirvió a Angelov para ofrecer su mejor concierto, en el que al dominio técnico y el fraseo impoluto apuntados en anteriores ocasiones, debemos añadir una más profunda interiorización, acorde con los duros y dolientes últimos años de la vida del autor retratados esta vez.

Una rendición con más temperamento, más refinamiento y mayor reflexión, bordando obras tan complejas como la Barcarola, la Polonesa-Fantasía o el Nocturno Op. 62 n. 1, sin olvidar esa portentosa parada que constituye la Sonata n. 3, de la que el pianista ofreció una versión robusta y rica en atmósfera que nos dejó a todos y todas con la boca abierta.

Y todo ello enmarcado por una personal Berceuse cuyo control del rubato casi nos evoca a Satie, y un frenético Vals Op. 64 n. 1 con el que hizo honor a su sobrenombre del minuto. Ni los goles de Villa lograron eclipsar la emoción de la música.

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